"Los libros eran
pequeños cristales de contenido acumulado, y se leían con la ayuda de un
"optón". Este incluso se parecía a un libro, aunque sólo tenía una
página entre las tapas. Al tocar esta hoja, aparecían por orden las
páginas del texto una tras otra. Pero los "optones" se usaban muy poco.
El público prefería los "lectones", que leían en voz alta, y era posible
elegir la voz, el ritmo y la modulación preferida".
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