Blog personal de Alejandro Castroguer

En este blog podrás estar al tanto de las noticias que generen las novelas "GLENN" (Premio Jaén de Novela 2015), "LA GUERRA DE LA DOBLE MUERTE", "EL ÚLTIMO REFUGIO", "EL MANANTIAL" y "HOLMES Y EL CASO DE LOS OCHO ESTÓMAGOS", y las antologías "Vintage'62: Marilyn y otros monstruos" y "Vintage'63: J.F.K. y otros monstruos" entre otras. Además, es lugar de encuentro para amantes del cine, la literatura, la buena música y las aventuras del Rey Mono.

domingo, 31 de mayo de 2015

A vueltas con el Libro de la Ira

Este es un libro que suelo visitar a menudo, en busca de inspiración. Leyendo sus poemas, me dejo seducir por el estruendoso silencio que los preña. Por la violencia que anida en sus versos. El "Libro de la Ira" de Antonio Calzado no es la primera vez que visita esta casa deshabitada.


domingo, 24 de mayo de 2015

Si el universo fuese un ano



Dado que hoy es día de cita (electoral, añado), os regalo esta otra cita, extraída del Quinto de "Los Cantos de Maldoror", que escribiese el Conde de Lautréamont en 1869. Seguramente alguno de quienes nos gobiernan la tengan por norte de sus actuaciones: 

Si en vez de ser un infierno el universo hubiera sido sólo un celestial ano inmenso, ved el gesto que realizo junto a mi bajo vientre: sí, habría hundido mi verga, a través de su sangriento esfínter, destrozando, con mis impetuosos movimientos, las mismas paredes de su pelvis.

Buenos y maldororianos días.

sábado, 16 de mayo de 2015

Recomendación del mes de mayo



Título: El adversario
Título original: L'Adversarie
Autor: Emmanuel Carrére
Páginas:172
Editorial: Anagrama.
Género: ?

Esta ntrada es una colaboración de Antonio Calzado, autor de "El lagaro en la Roca", y que en su día el propio autor subió a su blog homínimo, ahora desaparecido. Subida con permiso del mismo. 


                                        El autor
"La mañana del nueve de enero de 1993, mientras Jean Claude Romand mataba a su mujer y a sus hijos, yo asistía con los míos a una reunión pedagógica de la escuela de Gabriel, nuestro hijo primogénito..."

Así comienza El Adversario y el autor no se ha visto obligado a inventar nada: estos hechos ocurrieron realmente. Jean Claude Romand mató también a sus padres con un rifle y después intento suicidarse, en vano. En la actualidad cumple cadena perpetua en la prisión de Villefranche-sur-Saone.


                                   El protagonista
A primera vista, no hay mucho de especial en este suceso. Un asesinato múltiple, otro escalofriante caso en la historia criminal de Francia. Pero lo que convierte en única a esta historia no son los crímenes, sino la Mentira. El Adversario narra la historia de una mentira tan enorme y tan aparentemente imposible de sostener que duró más de veinte años.

El prestigioso doctor Jean Claude Romand trabaja en la sede de la Organización Mundial de la Salud en Ginebra, Suiza. Percibe un excelente sueldo y está considerado como una autoridad mundial en el campo de la oncología. Reside en una lujosa casa cerca de la frontera entre Francia y Suiza. Conoce a intelectuales y políticos, y es un esposo y padre modelo. Sólo que todo esto es mentira, porque Jean Claude Romand es, literalmente, nada.



               El protagonista y su familia
Romand jamás llegó a licenciarse en medicina; abandonó la carrera en segundo curso. Tampoco trabajó en la OMS ni en ninguna otra parte, nunca. Todo era parte de un gigantesco engaño que sostuvo ante sus familiares y amigos durante la friolera de veinte años. Cuando su treta estaba a punto de ser descubierta, tomó la trágica decisión de matar a toda su familia y suicidarse. Pero el suicidio no tuvo éxito.

¿Cómo era un día cualquiera en la vida de Romand? Por la mañana se despedía afectuosamente de su familia y se marchaba, a 5000 l volante de su potente coche, a su trabajo de gran responsabilidad en la OMS. En realidad, Romand mataba el tiempo vagabundeando por autopistas, bosques y áreas de servicio. Leía en el coche o dormía, tomaba algo en cualquier cafetería prudentemente alejada de su casa. Y por las tardes regresaba a casa tras un día de duro trabajo. Nadie dudó de él jamás. Era un tipo tranquilo y atento que inspiraba confianza. La palabra de Jean Claude Romand era ley.



                   El protagonista dirante el juicio
Primero interesado y luego obsesionado por el caso, Emmanuel Carrére asistió al juicio y consiguió cartearse con Romand. Incluso llegó a entrevistarse con él en prisión. ¿Cómo era posible mantener un engaño así durante décadas? Y lo más importante: ¿por qué hacerlo? La última pregunta sigue sin tener respuesta.

Todo comenzó cuando Romand era estudiante (buen estudiante) de Medicina en la universidad de Lyon. Un día cualquiera, Romand no se presenta a un examen. No se sabe si fue porque se quedó dormido -es lo que él dice, que no le funcionó el despertador- o porque no lo llevaba preparado. La cuestión es en sí algo trivial. ¿No te has presentado al examen? Bien, prepárate para aprobarlo en la próxima convocatoria, eso le diría cualquiera. Romand reacciona de forma diametralmente opuesta: a los pocos días telefonea a sus padres para decirles que ha aprobado el examen al que no se presentó. Es el primer eslabón de una cadena infinita de mentiras.

A partir de ahí comienza a rodar la bola de nieve. Hay que inventarse otra mentira para tapar a la primera y así sucesivamente. No pasa mucho tiempo antes de que Romand se vea atrapado en su propia red de engaños. Quizá sin darse cuenta atraviesa el punto de no retorno. Llega un momento en que ya no puede confesar, porque ello implicaría que él mismo no existe. No es que haya mentido una o muchas veces, es que su propia existencia es una absoluta mentira. No hay una doble vida como delincuente, no hay un vicio vergonzoso o un abominable crimen tras las mentiras de Romand. Lo peor, lo más terrible de todo es que no hay absolutamente nada tras la fachada de Romand.

Es increíble el cuidado que emplea en que nadie descubra esta fachada. Probablemente usó más esfuerzo y tiempo en esta tarea que el que hubiera necesitado para licenciarse y trabajar realmente como médico. Todo está meditado hasta el último detalle. Jamás le da el teléfono de su oficina a su mujer y se comunica con ella a través de un busca. De vez en cuando, pasa por la sede de la OMS como visitante y recoge todos los folletos a disposición del público para dejarlos en su casa, como si los hubiese olvidado. Otras veces, y como es un médico importante, le invitan a congresos en el extranjero. En estos casos Romand se aloja unos días en un hotel cerca del aeropuerto y en las tiendas de París compra regalos para sus hijos, regalos típicos del país que se supone que va a visitar.

Pero si Romand no trabaja... ¿de dónde sale el dinero? Romand no vacila en estafar a sus amigos o a sus propios padres con el señuelo de jugosas inversiones en bancos suizos. Incluso llega a vender a precio astronómico -en su calidad de médico de la OMS- a un conocido que tiene cáncer un simple placebo, que supuestamente forma parte de un revolucionario tratamiento contra la enfermedad. Como era de esperar, el hombre muere de cáncer a los pocos meses.


    Forografías del protagonista en prisión
El libro es alucinante. No porque esté magníficamente escrito (que lo está), sino porque todo esto ocurrió de verdad. Si yo me invento esta historia para una novela me crucifican -y con razón- porque no se la cree nadie. Así que ya os digo, un libro recomendable cien por cien e indispensable para entender, al menos en cierta medida, el abismo en el que puede caer -¿por propia voluntad?- un ser humano. Y eso es todo por hoy. Hasta la próxima, gente.

Opinión personal: * * * * * (Excelente)


viernes, 15 de mayo de 2015

Los zombies de Cosnava atacan de nuevo


Dolmen publica en su Línea Z la última novela de Javier Cosnava, que ya sorprendió a los lectores de género cuando Suma de Letras editó su 1936Z, Guerra Civil Zombi. Hoy, quince de mayo, comienza su distribución.

El autor
Año 1942. Los ejércitos de Hitler han invadido Rusia ya hace un año. Al llegar a la ciudad de Leningrado han decidido sitiarla, bombardearla y reducirla a cenizas para dar una lección a los soviéticos. Pero lo que no saben es que, al condenar al hambre a los millones de personas que se refugian tras sus muros, han puesto la primera piedra en el nacimiento de una legión de zombies hambrientos y de carroñeros Masticadores.


Esta es su historia, la de la primera novela Z basada íntegramente en hechos reales.

Contraportada
Sorpréndete, lector del género Z. Te hayas ante una novela donde todos los hechos que vas a leer sucedieron en verdad durante el asedio alemán a la ciudad rusa de Leningrado.
Y es que a veces la realidad supera a la ficción, a la imaginación desaforada del más desaforado novelista. Más de un millón de personas murieron de hambre, fueron devoradas o al menos parcialmente comidas. Muchas más que en la mayoría de las novelas zombies.
Hasta el último suceso está basado en hechos reales, con nombre y apellidos. Salvo un par de personajes inventados, que no conviene revelar para no desvelar la trama, el resto existieron realmente y vivieron el infierno de Leningrado. Al final de la novela hay un pequeño texto que explica esas licencias y el destino de algunos de aquéllos que transitan esta novela.
Y ahora, ha llegado el momento de hincarle el diente a ZOMBIES DE LENINGRADO.

La portada y contraportada son obra de Alejandro Colucci. Desde ya puedes descargártela en formato electrónico en este enlace: 

En breve aparecerá en papel. Y podrás comprarla desde la web de la editorial Dolmen. 


miércoles, 13 de mayo de 2015

Único delito, único pecado


Cita de "Miedo y asco en Las Vegas", novela publicada por H.S.Thompson en 1971: 

"En una sociedad cerrada en la que todo el mundo es culpable, el único delito es que te cojan. En un mundo de ladrones, el único gran pecado es la estupidez".

Pese al tiempo trancurrido, se antoja tan actual que parece que define el expolio generalizado que estamos sufriendo en España, a muchos miles de kilómetros de Las Vegas.

martes, 5 de mayo de 2015

Descenso brusco, de Juan Guinot



Título: DESCENSO BRUSCO
Autor: Juan Guinot
Año: 2014
Páginas: 293
Editorial: Cazador de ratas

Esta reseña apareció con anterioridad en la web de Fantasymundo.  

Casi desde el comienzo late en toda la novela esa mueca de escepticismo con que el narrador, en primera persona, nos cuenta su peripecia desde que, en pleno vuelo Fiumicino-Madrid, una niña rumana no deja de llorar, para desesperación de todo el pasaje. Ahora que en España se lleva la moda de pagar un billete de tren para no se oiga nada más que el revuelo del moscardón de tus propias ideas, el router de tu cerebro, es lógico que los pasajeros del avión no soporten el inocente llanto de una nena que no sabe decir qué le sucede. La desesperación de los padres y el agobio de los pasajeros serán el desencadenante de todo lo que habrá de suceder a continuación. O eso parece.

Partiendo de esta cómica circunstancia y de la consecuente aparición del llamado “hombre del jersey marrón”, que acalla a la pequeña con una simple imposición de manos, “Descenso brusco” se convierte en un tobogán de emociones. La tormenta que se cierne sobre el avión y el aterrizaje no son más que el preludio de esa charada que tendrá lugar ya en tierra. Lo primero que les sucede a los pasajeros es la perdida de las maletas. No aparecen por ninguna parte, ni rastro de ellas. Así que es normal que afloren los nervios y se comentan ciertas imprudencias. Como sucede en determinadas ocasiones, la policía, lejos de aplacar los ánimos encendidos, los alienta con la gasolina del desprecio o de la mera incompetencia.

Cuentan que tiempo atrás existió otro escritor, argentino igual Juan Guinot, que narró el veraneo de una niña consentida y que llenó las páginas de su relato de bestias menudas, hormigas, mosquitos, una mamboretá… El formiciario contenido en “Descenso brusco” es más grande, cierto; llega desde Barajas hasta la Puerta del Sol, Preciados, Gran Vía… si hasta alcanza a Aranjuez. Contiene calles que todos los madrileños, y hasta los foráneos, conocen. Barrios viejos. Pisos compartidos. Gigantesco sí, pero formiciario a la postre. Y en función de ello, la pasión entomóloga de Guinot no desmerece a la de Cortázar. El análisis de los bichos que pululan por sus capítulos tiene el buen sabor de la literatura argentina, modismos incluidos, y que bien merece la atención del lector que se define como curioso.

Fotografiemos alguno de los insectos humanos más notables de este bestiario:
>Juanito, el narrador. Argentino hincha del Boca y del Atleti, trabaja para una distribuidora de papel, aunque su verdadera pasión es la literatura. No en vano duerme sobre un somier de libros, el colchón echado sobre el inestable piso de portadas y ediciones de todo tipo. Le encanta “Ubik”, de P.K.Dick, sobre cuando lo transforma en “El libro gordo de Petete”. Y apuesta por la máxima “quien se calienta, pierde”, aunque con poco fortuna.
>Dart Vader, perro policía. Ha olfateado tanta droga en redadas policiales que hay que desprogramarle a base de raciones extra de morcilla. Es el escudero y pasaporte perfecto para Juanito, por mucho que al principio no se soporten. Cuidar de él durante treinta días es la condena que le impone la policía a Juanito por patearlo en Barajas. 
>Idoa, dueña del piso en que vive Juanito y que alquila habitaciones porque su sueldo en una agencia de publicidad no es suficiente para pagar la hipoteca. Dueña de sus silencios y de esa obsesión suya por meterse en la cama del narrador cada vez que le baja la regla para abrazarse a él, se mantiene a suficiente distancia del narrador como para que éste no se confunda.
>El comisario de policía a quien ha de visitar, a diario, Juanito en compañía de Dart Vader. Sueña con prejubilarse y dedicarse a formar una banda de música celta antes de que la detonación de los disparos le deje sordo. 
>Van Basten, compañero de piso de Juanito. Fumador de porros, casi una sombra que sólo se deja sentir dentro de los capítulos cuando abandona la casa para ir a hacer tratos con marihuana.
>El matrimonio rumano, ¿parientes descastados de la vieja estirpe de chupasangres?, y la hija que no deja de llorar para agobio de los pasajeros del vuelo en tanto no aparece la figura del “hombre del jersey marrón”.
>Toto, el peruano que se viste de Mickey Mouse en Puerta del Sol y que cambia dólares por euros, ¿o era al revés? Mercadea con la ilusión de los más pequeños a cambio de dinero. Un superviviente nato que teme lo que su esposa pueda estar pensando de él allá en su país.

Hay muchos otros especímenes que el lector irá tropezándose a medida que vaya desenterrando la oscura trama escondida bajo la más insignificante y casual de las apariencias. Cámaras de vigilancia, centros de revisión oftalmológica, comisarias, tiendas regentadas por chinos, jardines palaciegos, acuerdos editoriales que no llegan a ninguna parte, vecinos entrometidos… Al término de la novela, Cazador de Ratas nos obsequia con un relato, “La matarratas”, también de Juan Guinot.

“En Argentina se le dice ola polar a toda refrescada que venga del sur. Acá (España), el frío viene del norte y el calor del sur. Eso y los giros de izquierda a derecha de los remolinos del agua en los desagotes de las piletas son las grandes diferencias geofísicas entre allá y acá.” Más allá de estas diferencias geofísicas subrayadas por el narrador, ¿quién mejor que un artista no nacido en España para componer este espejo cóncavo y convexo en que mirarnos? ¿Quién mejor que Juan Guinot, escritor de notables medios, para arrancarnos una sonrisa en medio de las situaciones más problemáticas? Recomiendo, pues, esta novela a todos aquellos lectores que disfruten de una buena novela negra con toques de humor, o viceversa. Una buena historia a acompañar, si es posible, con un buen mate, y que se bebe con la misma delectación.

Para finalizar felicito a la editorial Cazador de Ratas porque no ha podido demostrar mejor olfato. Si este “Descenso brusco” ha sido su primer apuesta, ¿qué no habrá que esperarse de ella con el paso de los meses y las publicaciones? Apostando por la calidad, le vaticino un sólido futuro.

lunes, 4 de mayo de 2015

El universo diminuto


El universo tiene múltiples historias, cada una de ellas determinada por una diminuta nuez. Podría estar encerrado en una cáscara de nuez y sentirme rey de un espacio infinito... 


 W.Shakespeare, "Hamlet", Acto II, escena 2ª