Autora: Miguel Córdoba
Año: 2016
Páginas: 529
Editorial: El Transbordador
Texto de la contraportada: Es probable que Damián Mustieles sea tan real como el libro que tienes ahora mismo entre las manos. Pero también existe una posibilidad, por muy descabellada que sea, de que el único y verdadero autor de este legajo fantasmagórico, encontrado por casualidad en una vieja maleta, sea un personaje de letras y papel. Si quieres averiguar la verdad sólo tienes que soplar sobre este montón de páginas amarillentas y limpiar el viejo polvo que lo cubre.
«Cena para tres», «Malas hierbas» y «El ruido». Esta colección de novelas cortas es un laberinto fascinante e imprevisible donde el terror más lunático juega al escondite con el lector. Tres historias entrelazadas en cuyos cercos nos encontraremos con dolores de espalda, amores imposibles y una caja de música capaz de resucitar a los muertos.
La editora, PIlar Márquez, y el autor, Miguel Córdoba |
El escenario de estas tres novelas cortas, a saber «Cena para tres», «Malas hierbas» y «El ruido», es el mismo que el de la anterior novela de Miguel Córdoba, que publicase en 2015 con éxito en la misma editorial, El Transbordador, y que reseñara en su día el Habitante Incierto en este blog (véase la posdata). Se trata de Gran Salto. La antaño Ciudad de Heridas, en el ancho margen de estas más de 500 páginas, no deja de sorprendernos: no tanto porque comparta personajes, sino porque renueva los recelos, los odios, los miedos de aquella obra.
En aparencia Gran Salto es una ciudad cualquiera. No es muy distinta a nuestras ciudades, será cosa de la maldita globalización, que las ha convertido en clones unas de otras. Igual que Málaga, Madrid o Nueva York, Gran Salto cuenta al menos con dos inmobiliarias, Cocito-Gestión y Porcelina Dreams; una fábrica de alicates, Faubeve; una tienda de animales, Huellas; un taller de coches Soft & Go, y una imprenta, Hohe Grafics. Para comer el orihundo y foráneos tienen dónde elegir: un restaurante italiano, La elección de Etna; una hamburguesería Quick, un Dunkin Donuts, una cafetería, El Barco, y un Seven Eleven. Por si no fuese bastante, dispone de un teatro, Teatro Central; un periódico, el Diario de Gran Salto; un programa de radio, La tostadora; un colegio público, Doctor Fink; una tienda de antigüedades, La Maison de Flore, y una biblioteca (por extraño que parezca, se pueden adquirir libros en la gasolinera Tyreco). Para completar el escenario, cuenta cuando menos con un banco, el Große Sprung, y un hospital para humanos, el Hospital Central, y otro para animales, amén de una iglesia, la de San Gabriel. No falta tampoco una Organización de Ciegos de Gran Salto (OCIDEGRANSA), y una peluquería donde, a juzgar por el nombre, apetece muy poco entrar, El Corte del Diablo.
Que Gran Salto pueda ser una ciudad cualquiera no quiere decir que Miguel Córdoba sea un escritor más, uno de ésos que hacen del género un burdo collage de imitaciones, un engrudo que servir bien pasadito, cual papilla, a los lectores, una de esas novelas huecas, casi tanto como la cabeza de sus autores. Los tres abismos de Damián Mustieles es la confirmación de que Miguel posee el don de la narración y que lo demuestra con pasmosa naturalidad. Aquí no hay falsas copias, ni la necesidad de parecerse a tal o cual "fabricador" de bestsellers. Córdoba tiende a la originalidad y sus personajes, a tatuarse en el recuerdo de quienes los conocen, aunque sólo sea porque se muestran imperfectos y porque la enfermedad es parte consustancial de sus vidas.
A diferencia de las otras dos novelas, «Malas hierbas» se antoja una historia algo simple: relata el extraño contagio que sufren los perros y que los enloquece. Gran Salto se convierte, pues, en un verdadero manicomio donde cada cual entierra su miedo y se esconde, al mismo tiempo, de la furia canina. Violencia, algo de sexo y mucha tensión para una historia que se lee en un suspiro. Tal vez su cierta liviandad argumental sea el contrapeso ideal a las otras dos obras, mucho más densas y complejas.
En «Cena para tres» Daniel Salas adquiere una segunda vivienda con el pretexto de escribir en ella una obra de teatro que le han encargado. Rosa Muñoz, su esposa, está de acuerdo. Pero todo ello, la escritura de la obra y el traslado a aquella apartada casa, no hacen más acelerar el drama. La novela es lo suficientemente intensa como para no condecer la más mínima tregua. Si los mordiscos duelen o no, que sea el lector quien lo dilucide tras la lectura.
La complejidad argumental y estilística de «El ruido» es similar a la de «Cena para tres». Más extensa que ésta, por aquello de contar con hasta cuatro protagonistas, esta tercera novela nos habla de la noche, de los terrores nocturnos y del extraño síndome de la cabeza explosiva. David, Teresa, Gabriela y Carey reciben la visita de aquel misterioso personaje larguirucho, tocado con chistera, que ya apareciese en "Ciudad de Heridas". Es él quien entrega a cada uno de los personajes un objeto que será de vital transcendencia para sobrevivir al desastre que se avecina. No en vano, "se acerca una tempestad y se llevará todo lo que no esté atado".
Tanto en «Malas hierbas» como en «El ruido» se hace referencia a la triste historia de Daniel Salas, que es el escritor que protagoniza la primera de las obras. Surrealismo, diferentes planos de la realidad, equilibrios entre la realidad y la fantasía o el puro sueño, algo de gore, todo ello y mucho más conforma el caleidoscopio que diseña el autor afincado en Vélez Málaga para impresionar al lector y confirmar a quien aún no lo sabe que Miguel Córdoba ha venido para quedarse en el género. En definitiva, una lectura muy recomendable para todos aquellos que gusten de la mejor literatura de género.
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P.D.- Para quien quiera leer la reseña de Ciudad de Heridas, aquí dejo el enlace:
https://guerradoblemuerte.blogspot.com.es/2015/10/ciudad-de-heridas-lo-primero-de.html
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