Blog personal de Alejandro Castroguer

En este blog podrás estar al tanto de las noticias que generen las novelas "GLENN" (Premio Jaén de Novela 2015), "LA GUERRA DE LA DOBLE MUERTE", "EL ÚLTIMO REFUGIO", "EL MANANTIAL" y "HOLMES Y EL CASO DE LOS OCHO ESTÓMAGOS", y las antologías "Vintage'62: Marilyn y otros monstruos" y "Vintage'63: J.F.K. y otros monstruos" entre otras. Además, es lugar de encuentro para amantes del cine, la literatura, la buena música y las aventuras del Rey Mono.

miércoles, 31 de mayo de 2017

Los muertos de James Joyce, y los de John Huston


Extraído de la Wikipedia: "Dublineses es una colección de relatos cortos escrita por el escritor irlandés James Joyce y publicada en 1914. Es especialmente célebre (muy justamnete) el último de ellos, "Los muertos (The dead)". Los quince relatos pretenden ser una franca y satírica descripción de las clases media y baja irlandesas, en el Dublín de los primeros años del siglo XX. Joyce, que después sería el pionero en el uso del monólogo interior como recurso narrativo, utiliza en esta obra un estilo superficialmente más realista, para ofrecer una seca y naturalista descripción de los personajes. Las historias se escribieron en un momento en el que el nacionalismo irlandés estaba en su apogeo, y dominaba en Irlanda la búsqueda ardiente de una identidad nacional. Atrapado en una encrucijada de la historia y de la cultura, el país se encontraba sacudido por varias ideas e influencias convergentes. Estos relatos ofrecen una visión, poco o nada agradable, de los conflictos que estas tensiones generaron en la vida de la gente llana de Dublín."

Del relato de "Los muertos" quiso John Huston, el director de "La jungla de asfalto", hacer una adaptación cinematográfica, que a la postre se convertiría en su testamento, todo un logro máxime cuando tuvo que dirigir desde una silla de ruedas y con una máscara de oxígeno. Su empeño nos ha dejado esta maravilla que si nos estamos atentos a los detalles se nos escurre de entre los dedos como arena de playa.


(Entrada publicada en el desaparecido blog de "La octava noche" el 24 de diciembre de 2009.)





Título: Dublineses (Los muertos)
Título original: The Dead
Año: 1987
Duración: 81 min.
Director: John Huston
Guión: Tony Huston
Música: Alex North
Fotografía: Fred Murphy
Reparto: Anjelica Huston, Donald McCann, Helena Carroll, Cathleen Delany, Ingrid Craigie, Rachel Dowling, Dan O'Herlihy, Marie Kean, Donald Donnelly, Colm Meaney ...

Sinopsis (extraída de FilmAffinity): Dublín, comienzos de siglo. Es el día de Epifanía de 1904, y está a punto de comenzar una de las celebraciones más concurridas de Dublín, la fiesta de las Srtas. Morkan. Entre sus invitados se encuentra Gabriel Conroy, sobrino de las anfitrionas y esposo de una de las mujeres más bella del país, Gretta. Es una noche maravillosa, el champagne inunda la celebración y los asistentes disfrutan de una magnífica velada.

Resulta sombroso pensar que Joyce publicó "Dublineses" con algo más de treinta años, cuando la profundidad de "Los muertos" nos hablaría más de un escritor anciano. La obra hubo de esperar más de setenta años para que un director octogenario, que ya había demostrado su maestría, la llevase a la gran pantalla. Hablamos de John Huston. La historia y los críticos han venido en señalar su "The dead" como su propio Requiem, algo del estilo de Wolfgang Amadeus Mozart.
La película se demora en la relación entre los personajes, en sus conversaciones huecas de política, religión o música. Toda la fiesta transcurre en un ambiente cordial que sólo parece capaz de enturbiar la borrachera indisimulable de Freddy Malins.

La mayor de las diferencias entre el original literario y la versión cinematográfica estriba en el recitado del poema "Promesas rotas", cuyos versos brillan en los ojos de los asistentes a la fiesta. El poema es de una belleza intensa y el momento es especialmente brillante en el film sin que suceda nada, sólo unos planos largos y la voz del actor:

Es tarde. Anoche, el perro hablaba de tí.
El pájaro hablaba de tí en el profundo pantano.
Decía que tú eres el ave solitaria a través del bosque,
y que probablemente sigas sin pareja hasta que me encuentres.
Que me diste tu palabra y me mentiste,
y que estarías junto a mí cuando se reunieran los rebaños.

Te llamé con un silbido y trescientos gritos,
pero allí no había más que un corderillo balando.
Me prometiste algo difícil de conseguir:
un barco de oro bajo un mástil de plata, doce ciudades,
cada una de ellas con un mercado y un bello patio blanco al lado del mar.
Me prometiste algo que no es posible: que me regalarías unos guantes
de piel de pescado, que me regalarías unos zapatos de piel de pájaro
y un vestido de la mejor seda de Irlanda.

Mi madre me dijo que no hablara contigo, ni hoy, ni mañana, ni el domingo.
Pero eligió un mal momento para decírmelo:
fue como cerrar la puerta cuando ya habían robado la casa.

Tú me has dejado sin este.
Tú me has dejado sin oeste.
Me has dejado sin lo que había ante mí y sin lo que había detrás de mí.
Tú me has quitado la luna, tú me has quitado el sol también.
Y, (mi terror es inmenso): tú, incluso, me has arrebatado a Dios.


También me gustaría hablaros de otro momento especialmente subrayado por el genio de John Huston. Es la canción Ataviada para la boda de Bellini que canta la mayor de las tías de Gabriel, la tía Julia, con su voz ajada y temblorosa. El instante sirve al director para radiografiar la casa con unos planos detalle de las habitaciones vacías y de las fotografías en blanco y negro. Una manera brillante de anticipar el final.

Todo desemboca en la última escena, en la preciosa estampa de Anjelica Huston (Gretta) escuchando absorta la canción, La muchacha de Aughrim, en mitad de las escaleras. Es un instante que también está convenientemente marcado en el relato. Así describe la escena James Joyce, con certera maestría:

Se quedó inmóvil en el zaguán sombrío, tratando de captar la canción que cantaba aquélla voz y escudriñando a su mujer. Había misterio y gracia en su pose, como si fuera ella el símbolo de algo. Se preguntó de qué podía ser símbolo una mujer de pie en una escalera oyendo una melodía lejana. Si fuera pintor la pintaría en esa misma posición. El sombrero de fieltro azul destacaría el bronce de su pelo recortado en la sombra, y los fragmentos oscuros de su traje pondrían las partes claras del relieve. Lejana melodía llamaría él al cuadro si fuera pintor.”-

La posterior charla-monólogo de Gabriel en el carruaje, de regreso al hotel, hablando de Patrik Morkan y del caballo Johnny, la preciosa historia del equino que da vueltas alrededor de la estatua, difiere de la versión original, ya que en el relato de Joyce esta charla tiene lugar antes de salir de casa de las tías. Y hay otros personajes que asisten al relato de Gabriel, no sólo su mujer. Lo que sin duda, en la película es todo un acierto, al dejarlo a él sólo frente al silencio impenetrable de Gretta. Otra lección del mejor cine. Y pensar que hay gente que habla de esta película como una obra menor de John Huston.

Ya en la habitación Gretta, el personaje de Anjelica, explica qué ha sentido en mitad de las escaleras, escuchando la canción. Toda la escena tiene una fuerza increíble sin apenas existir movimiento, sólo la melancolía del monólogo final de Gabriel, estupendamente recitado por Donald McCann, mirando por la ventana, mientras en el exterior cae la nieve. Uno de los mejores finales de la historia del Cine.

Cae la nieve sobre todos los vivos y sobre los muertos.

Así que se sólo me queda recomendar la lectura del relato de James Joyce y luego ver la adaptación cinematográfica de John Huston. Y a buen seguro, que si te gusta el buen cine y la buena literatura, acabarás con un magnífico sabor de boca. El que avisa no es traidor. A mí me sobrecoge esta historia tan triste y melancólica.


No hay comentarios:

Publicar un comentario