Blog personal de Alejandro Castroguer

En este blog podrás estar al tanto de las noticias que generen las novelas "GLENN" (Premio Jaén de Novela 2015), "LA GUERRA DE LA DOBLE MUERTE", "EL ÚLTIMO REFUGIO", "EL MANANTIAL" y "HOLMES Y EL CASO DE LOS OCHO ESTÓMAGOS", y las antologías "Vintage'62: Marilyn y otros monstruos" y "Vintage'63: J.F.K. y otros monstruos" entre otras. Además, es lugar de encuentro para amantes del cine, la literatura, la buena música y las aventuras del Rey Mono.

lunes, 4 de junio de 2018

VIII Lectura callejera: Racismo, sexismo, especismo


El pasado sábado, 2 de junio, llevé a cabo la octava lectura callejera. Como bien sabéis los que seguís el blog de La Casa Deshabitada, estas lecturas no persiguen otra cosa que hacer visible la literatura en la calle. Es casi más un acto de protesta, personal e intrasferible, que otra cosa; la necesidad de recordarle a la gente que los libros existen, que los novelistas existimos. En ocasiones especiales, las lecturas van mucho más allá del corto alcance de mi propia obra, tal y como hiciera en agosto del año pasado: en aquel entonces la dediqué a protestar contra la barbarie de la tauromaquia. 
Pues bien, este sábado he repetido experiencia. Leí tres poemas, titulados "Ingrávida", "Inviolable" e "Intraducible" en la mísmisima calle Larios. A los pies, figuraban dos folios en los que se leía la siguiente leyenda "RACISMO, SEXISMO, ESPECISMO, TRES DISCRIMINACIONES, TRES INJUSTICIAS", que explica bien a las claras la motivación de este nuevo acto de protesta.

Os dejo unas instantáneas, realizadas por Vanessa Benítez Jaime, a modo de muestra de lo que ocurrió hace ya cuarenta y ocho horas.


De propina, os dejo el texto del segundo poema, el que he dedicado al sexismo. 


INVIOLABLE

El filo de una bomba parte
en dos el horizonte de tu mirada.
Antes de que estalle el puñetazo,
hermana, aprietas los dientes y muges
de dolor anticipado, de miedo. 

Los vecinos oirán tu mansedumbre vacuna,
y, aunque el cerebro gritará a voces
“¡Socorredla!”, agacharán la testuz,
convencidos de que, tal y como reza
el artículo 18 de la Constitución,
el matadero es inviolable”,
y también que, tarde o temprano,
les lloverán los problemas, y
que tronará tu dios-verdugo y
granizará su amabilidad
atómica sobre ellos.
Mejor quedarse quietos. 

El arresto domiciliario al que se te
ha condenado no es más que una prórroga.
Desde la ventana, tras las cortinas,
observas la vida que pasa al otro lado,
en acera ajena.
Cuando ves pastar alegremente
a tus vecinos, te preguntas:
¿No seré yo la culpable?

Terreno devastado, cráteres tumefactos
bajo el sujetador, te preparas para cuando
él regrese a casa y libere la siguiente bomba. 

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