El pasado sábado, 2 de junio, llevé a cabo la octava lectura callejera. Como bien sabéis los que seguís el blog de La Casa Deshabitada, estas lecturas no persiguen otra cosa que hacer visible la literatura en la calle. Es casi más un acto de protesta, personal e intrasferible, que otra cosa; la necesidad de recordarle a la gente que los libros existen, que los novelistas existimos. En ocasiones especiales, las lecturas van mucho más allá del corto alcance de mi propia obra, tal y como hiciera en agosto del año pasado: en aquel entonces la dediqué a protestar contra la barbarie de la tauromaquia.
Pues bien, este sábado he repetido experiencia. Leí tres poemas, titulados "Ingrávida", "Inviolable" e "Intraducible" en la mísmisima calle Larios. A los pies, figuraban dos folios en los que se leía la siguiente leyenda "RACISMO, SEXISMO, ESPECISMO, TRES DISCRIMINACIONES, TRES INJUSTICIAS", que explica bien a las claras la motivación de este nuevo acto de protesta.
Os dejo unas instantáneas, realizadas por Vanessa Benítez Jaime, a modo de muestra de lo que ocurrió hace ya cuarenta y ocho horas.
De propina, os dejo el texto del segundo poema, el que he dedicado al sexismo.
INVIOLABLE
El
filo de una bomba parte
en
dos el horizonte de tu mirada.
Antes
de que estalle el puñetazo,
hermana,
aprietas los dientes y muges
de
dolor anticipado, de miedo.
Los
vecinos oirán tu mansedumbre vacuna,
y,
aunque el cerebro gritará a voces
“¡Socorredla!”,
agacharán la testuz,
convencidos
de que, tal y como reza
el
artículo 18 de la Constitución,
“el
matadero es inviolable”,
y
también que, tarde o temprano,
les
lloverán los problemas, y
que
tronará tu dios-verdugo y
granizará
su amabilidad
atómica
sobre ellos.
Mejor
quedarse quietos.
El
arresto domiciliario al que se te
ha
condenado no es más que una prórroga.
Desde
la ventana, tras las cortinas,
observas
la vida que pasa al otro lado,
en
acera ajena.
Cuando
ves pastar alegremente
a
tus vecinos, te preguntas:
“¿No
seré yo la culpable?”
Terreno
devastado, cráteres tumefactos
bajo
el sujetador, te preparas para cuando
él
regrese a casa y libere la siguiente bomba.
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