Rostros que asemejan mapas de amargura. Miradas como rubricas de la injusticia. Gestos, dibujos en el aire, con que nombrar en silencio el genocidio. Lágrimas visibles e invisibles, puñaladas a un especismo que debe morir.
En la angostura de una pantalla de ordenador cabe todo el horror que sufren a diario los animales. En la anchura de una mirada cabe toda la esperanza imaginable: otro mundo es posible. Esto fue una mínima parte de lo que se vivió y sintió alrededor del Cubo de la Verdad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario