Gente muy muy enfadada por todo y por nada, contra todo y contra nada, contra los gobernadores y los desgobernadores, por la verdad verdadera y por la verdad comprada, por aquí y por allá. Gente tan desorientada que vive por pura inercia, gracias al piloto automático. Tan descolocada que no acierta a verse ni sentirse viva.
¡Menos mal que la pandemia (que muchos niegan) iba a enseñarnos el verdadero valor de la vida! El valor de la vida, no sé; pero el de la estupidez humana lo ha dejado al descubierto.
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