Blog personal de Alejandro Castroguer

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viernes, 6 de diciembre de 2013

El vaquero indomable, de Edward Abbey


Título: El vaquero indomable
Título original: The brave cowboy
Autor: Edward Abbey
Año: 1956
Páginas: 301
Editorial: Berenice

Texto de contraportada: Nuevo México, alrededor de 1955... Jack Burns es un tipo solitario que rechaza la civilización moderna. Rebelde, fuera de su tiempo, indocumentado, hace vida de vaquero, ya al raso ya a lomos de una tozuda yegua por el nuevo Oeste, una hermosa tierra asfixiada por grandes urbes, promociones inmobiliarias, pistas de aterrizaje, autopistas y suburbios.
Aunque no siempre fue así, desde hace tiempo Burns ha decidido vivir según sus propias normas, tan arcaicas como subversivas para este nuevo orden regido por la polución y la burocracia. Y ahora galopa hacia la ciudad para sacar de un apuro a su viejo amigo Paul Bondi, un profesor de filosofía y escritor, antiguo camarada de correrías libertarias, que se encuentra encarcelado por desobediencia civil e insumisión. Sabe que puede pasarse de la raya, pero también que él es un tipo escurridizo para los supuestos guardianes de la ley y el orden.

The Brave Cowboy, publicada en 1956, y con esta edición por primera vez en español, es la segunda novela de Edward Abbey, el autor de La Banda de la Tenaza. Subtitulada "Un Vieja Historia en un Tiempo Nuevo", esta narración, llena de acción y reflexión, funciona como una alegoría de nuestros tiempos, mediante un héreo atípico, un quijotesco "cowboy anarquista" cuya apuesta por la vitalidad y la autosuficiencia pone en evidencia muchas de las convenciones y contradicciones de la sociedad moderna. En 1962 esta novela fue adaptada al cine con el largometraje Lonely are the brave, producido y protagonizado por Kirk Douglas, que lo considera su mejor trabajo, y con guión de Dalton Trumbo.


La historia que narra Abbey en esta obra es mínima. Poco importa. Acaso porque prefiere hablar de sentimientos, permitir que los personajes se expresen mediante sus acciones insignificantes. Nos cuenta cómo son en realidad por la manera de cabalgar o de prender una fogata, de preparar un buen desayuno para un invitado o planificar una fuga. Es esta la desventura de un personaje desplazado en el tiempo y en el espacio, un vaquero arrancado del Monument Valley fordiano y plantado para su desgracia en Nuevo México, al borde de la carretera y de la civilización. 

Nuestro Quijote del Oeste, Jack Burns que así se llama, galopa hacia la ciudad para sacar de un apuro a su viejo amigo Paul Bondi, un profesor de filosofía y escritor, antiguo camarada de correrías libertarias, que se encuentra encarcelado por desobediencia civil e insumisión, tal y como reza el texto de contraportada. Antes de hacerlo, visita a la esposa e hijo de su amigo; necesita asegurarse que están bien. Se preocupa de ellos como si fuesen parte de la familia. Luego deja al cargo de ambos a Whisky, su caballo, y se dirige a la ciudad, dispuesto a entablar contacto con el encarcelado. Poco más puede añadir este Habitante Incierto sin desvelar nada sustantivo de la mínima trama.

Edward Abbey, que trabajó como guardabosques y vigilante de incendios para el National Park Service, vuelca toda su experiencia en la novela, la dota de un realismo difícil de conseguir por alguien que no haya estado en contacto directo con la naturaleza. Eso se nota muy pronto, en el primer capítulo. Hasta el punto que en varios de los momentos, el autor se recrea en la descripción de paisajes, el cielo, la montaña, las cañadas... Este, más el personaje inolvidable de Jack Burns, es el mayor valor de una obra que gustará a quienes busquen una lectura diferente.


En definitiva, una novela para sentir el frío, oler el campo, ver amanecer, huir a través de las montañas y experimentar la libertad más allá de las luces de neón y del asfalto. Una lectura para degustar con calma, palabra de Habitante Incierto. 

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