Vaya por delante que estas jornadas del Viaje al Oeste contienen spoliers.
CAPÍTULO LXXI
HACIÉNDOSE PASAR POR QUIEN NO ES, EL PEREGRINO CONSIGUE DOMINAR
AL LOBO. KWANG-ING DERROTA, AL APARECERSE, A LA BESTIA
Tras recurrir a la invisibilidad Wu-Kung se apodera de las tres campanas de oro, que son los objetos que confieren el poder del fuego, del humo y de la tormenta de arena a Competidor del Señor de los Dioses. Vuelve a retar al monstruo.
En mitad de la lucha aparece la Bodhisattva Kwang-Ing para contar la historia de Competidor: éste no es otro que un lobo de pelaje rojizo al que ella solía montar. Una vez vencido el monstruo, la Reina regresa al reino Morado y los viajeros siguen camino.
CAPÍTULO LXXII
LAS SIETE PASIONES SE BURLAN DEL ORIGEN EN LA CAVERNA
DE LA TELA DE ARAÑA. BA-CHIE SE OLVIDA DE LOS BUENOS MODALES
EN EL ARROYO DE LA PURIFICACIÓN
Tripitaka se acerca a pedir comida a un grupo de siete muchachas que juegan a darle patadas a un balón. Ellas le preparan una supuesta comida vegeteriana. Supuesta porque se compone de carne, cerebro y grasa humanas. El monje se percata del engaño. Entonces las muchachas lo raptan.
Al ver la tardanza, el Rey Mono se entera de lo que le ha sucedido a su maestro gracias a que se convierte en una mosca. Las siete muchachas de la Cordillera de la Tela de Araña se defienden del Rey Mono y de Ba-Chie lanzándoles un enjambre de insectos. Gracias a las artes del primero consiguen rescatar al monje y reanudar el viaje.
CAPÍTULO LXXIII
A CAUSA DE UNA VIEJA RENCILLA, LOS SENTIMIENTOS PROVOCAN
UNA GRAN DESGRACIA. EL SEÑOR DE LA MENTE ENCUENTRA
LA LUZ TRAS SER ATRAPADO POR UN DIABLO
En el Templo de la Flor Amarilla, hogar de un supuesto monje taoísta, se han escondido las siete muchachas. Allí precisamente llegan los viajeros. Entre aquellas y el anfitrión preparan un veneno, que vierten en el té que ofrecen a los recién llegados. Todos menos el Rey Mono, que no bebe, caen envenenados.
Después de matar a las muchachas, que resultan ser siete arañas, Wu-Kung se enfrenta al taoísta. Tendrá que huir ante el poder demostrado por el monje. Poco después, una anciana le cuenta que el taoísta es, en realidad, el Diablo de los Cien Ojos, el Monstruo de las Muchas Pupilas. Y que sólo la inmortal llamada Pralambra, que habita la Caverna de las Mil Flores, podrá vencerle.
CAPÍTULO LXXIV
LARGA VIDA INFORMA DE LO PELIGROSO QUE SON LOS DIABLOS.
EL PEREGRINO HACE GALA DE TODOS SUS PODERES METAMÓRFICOS
Los viajeros prosiguen viaje. Un anciano, bajo cuya apariencia se esconde la Estrella de Oro del Planeta Venus, advierte al grupo que están en la Cordillera del Camello-León y que se halla habitada por tres monstruos. En un afán por conocer el número exacto de diablillos que compone el ejército de los monstruos, Wu-Kung se transforma en uno de aquellos.
CAPÍTULO LXXV
EL MONO DE LA MENTE HORADA EL CUERPO DEL YING Y EL YANG.
LOS DEMONIOS VUELVEN A LOS AUTÉNTICOS SENDEROS DEL TAO
Una vez dentro de la cueva donde moran los tres monstruos, el Rey Mono es apresado. Y encerrado en un jarrón que contiene la energía del ying y del yang, que arde por dentro cuando Wu-Kung habla y que se agranda o empequeñece a su antojo, todo con tal de impedir su fuga. Aunque parece una prisión inexpugnable, al final escapa.
Wu-Kung corre a enfrentarse a sus rivales. Uno de los monstruos se lo traga. Ahí dentro, en el estómago, hará de las suyas.
CAPÍTULO LXXVI
EL DEMONIO RETORNA AL BUEN CAMINO, EN CUANTO LA MENTE OCUPA
EL LUGAR QUE LE CORRESPONDE. LA MADRE MADERA AYUDA
A DOMINAR AL DEMONIO
Parece
que se alcanza un acuerdo con los monstruos: dejarán pasar al grupo si
Wu-Kung sale de dentro del estómago. Pero no es más que un engaño: en
cuanto el monstruo siente que el Rey Mono abandona su cuerpo, vuelven a
declararles la guerra. Poco después atraparán a Ba-Chie.
Wu-Kung
consigue liberarle y vencer a otro de los tres monstruos. Tras esta
derrota accederán a dejar paso a los viajeros y escoltarlos durante un
buen trecho. En realidad es otra artimaña, pues los conducen hasta una
ciudad infectada de diablos.
CAPÍTULO LXXVII
UNA HORDA DE DEMONIOS CAE SOBRE LA AUTÉNTICA NATURALEZA.
EL YO PURIFICADO SE INCLINA ANTE BHUTATAHATA
Los
cuatro peregrinos son atrapados. El Rey Mono, valiéndose de sus
tranformaciones, consigue huir y pedir ayuda al Rey Dragón del Océano
Septentrional, quien tras convertirse en viento apaga el fuego donde los
monstruos pretendían cocinar a los viajeros. Aunque consigue liberar a
sus compañeros, los demonios reaccionan y vuelven a capturarlos.
A
Tripitaka lo encierran en el Pabellón de los Granados, dentro de un
arcón de hierro con intención de hacer correr el rumor en la ciudad que
se lo han comido vivo. Acongojado por la noticia, el Rey Mono viaja
hasta la Montaña del Espíritu. Desea que Tathagatha, una vez muerto
Tripitaka, le libere de la misión de seguir el camino al oeste.
Tathagata le dice que su maestro no está muerto. Volverán juntos a la
ciudad y liberarán a Tripitaka y a los otros dos compañeros.
CAPÍTULO LXXVIII
EL BHIKSU SE APIADA DE LOS NIÑOS Y MANDA LLAMAR A LOS
DIOSES DE LA NOCHE. EN EL SALÓN IMPERIAL CONOCE AL DEMONIO
QUE HABLA DE LA VIRTUD Y DEL TAO
Llegan
al Reino de Bhiksu, a la Ciudad de los Jóvenes Maestros. Llama la
atención del grupo la presencia de cientos de niños atrapados dentro de
cercas. Poco después se enterarán que la sangre de estos infantes, en
cantidad de mil ciento once, servirá para hacer un caldo con el que
alargar la vida del Rey Bhiksu en mil años.
Con
la ayuda de un huracán, Wu-Kung consigue sacar a todos los niños presos
de la ciudad. El monje taoísta, suegro del Rey y que gobierna a su
sombra, le propone al monarca que se olvide de los niños una vez han
desaparecido. Que lo que le conviene es atrapar al inmortal Tripitaka,
pues su corazón le concederá diez mil años más de vida.
Tripitaka
y Wu-Kung, gracias a la magia de éste, intercambian identidad y
apariencia: así evitarán que sacrifiquen al monje Tang.
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