Os dejo otro fragmento del diario que estoy escribiendo. El personaje de Ina no es otra que Nora, mi hija, inspiradora de alguna de las ocurrencias más prodigiosas del resto de entradas del diario.
"Haciendo valer la invitación de mi
suegro, viajamos en bus hasta Vélez-Málaga. La idea es descansar durante dos
días del mundanal ruido característico de una gran ciudad.
Una de aquellas tardes, durante la
ascensión a la fortaleza medieval del pueblo, en el margen derecho de la
carretera Ina señaló con el dedo un objeto de madera entre unos escombros.
—¿Qué es eso?
—Un trompo —respondió
mi suegro.
—Una peonza —intervine.
—En mis tiempos lo
llamábamos trompo —dijo mi suegro.
—Una “pelonza” —aclaró
Ina.
Ni para ti ni para mí,
suegro; según Ina, eso es una “pelonza”. Y una niña de seis años siempre tiene
la razón, o si no la tiene, se la arroga, como bien saben todos los padres del
mundo. Así pues la recojo y, de regreso a casa, la lijo. Y es que, a veces, los
recuerdos más imperecederos de un viaje tienen forma de “pelonza” y alma de
madera."
Bella manera de ver, recordar y expresar un recuerdo. No somos lo que recordamos sino cómo lo recordamos. En tu caso, como un buen escritor.
ResponderEliminarUn cordial saludo.
Gracias por tu lectura y estas palabras, Melmoth. (Por cierto, me encanta tu nick. Grandiosa novela gótiva.)
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