Blog personal de Alejandro Castroguer

En este blog podrás estar al tanto de las noticias que generen las novelas "GLENN" (Premio Jaén de Novela 2015), "LA GUERRA DE LA DOBLE MUERTE", "EL ÚLTIMO REFUGIO", "EL MANANTIAL" y "HOLMES Y EL CASO DE LOS OCHO ESTÓMAGOS", y las antologías "Vintage'62: Marilyn y otros monstruos" y "Vintage'63: J.F.K. y otros monstruos" entre otras. Además, es lugar de encuentro para amantes del cine, la literatura, la buena música y las aventuras del Rey Mono.

viernes, 26 de enero de 2018

El verdadero culpable soy yo


¿Recordáis aquel episodio del "Lazarillo de Tormes" en que, a la altura de Almorox (Toledo), un vendimiador regala un ramo de uvas al ciego? Hago un extracto del mismo a fin de refrescar la memoria:

"Acordó (el ciego) de hacer un banquete (...). Sentámonos en un valladar y dijo:
—Agora quiero yo usar contigo de una libertad, y es que ambos comamos este racimo (...); tú picarás una vez y yo otra, con tal que me prometas no tomar cada vez más de una uva. Yo haré lo mismo hasta que lo acabemos, y de esta suerte no habrá engaño.
(...) Comenzamos; mas luego del segundo lance, el traidor mudó propósito, y comenzó a tomar de dos en dos, considerando que yo debía hacer lo mismo. Como vi que él quebraba la postura, no me contenté ir a la par con él; más aún pasaba yo adelante; dos a dos y tres a tres (...).
Acabando el racimo, (...) meneando la cabeza, dijo (el ciego):
—Lázaro: engañado me has. Juraré yo a Dios que has tú comido las uvas de tres en tres.

—No comí - dije yo - ; mas, ¿por qué sospecháis eso? 
Respondió el sagacísimo ciego:
—¿Sabes en qué veo que las comiste tres a tres?. En que comía yo dos a dos y tú callabas."
 


A razón de qué, pensaréis, he subido este fragmento del inmortal texto anónimo. Os respondo con una pregunta: ¿a quiénes creéis que votarían, de contar por aquel entonces con tal derecho, el ciego y Lazarillo? ¿A políticos honrados? ¿Por qué iban a esperar respeto y legalidad de sus representantes en el Congreso, el Senado, las Diputaciones o los Ayuntamientos, si ellos son los primeros que no predican con el ejemplo? 




La obra en cuestión, cuyas primeras ediciones datan de 1554, es un retrato perfecto de la España de aquella época. Lo más lamentable es que, en determinados aspectos, no ha perdido vigencia, tal y como ejemplifica el episodio de las uvas comidas de dos en dos, o de tres en tres. Así era nuestra España, y así sigue siendo. 

Nosotros, el pueblo, no nos cansamos de culpar, a través de las redes sociales, de la corrupción y del consiguiente desastre económico a nuestros políticos. Pero, ¿quiénes les votan? Muy sencillo, gente como tú y como yo. Ellos son nuestro reflejo, un caleidoscopio de nuestras peores virtudes y nuestros mejores defectos.

Si cuando compro un piso acepto a pagar parte del importe en dinero negro, ¿quién es, en última instancia, el culpable de la corrupción política galopante que asola España? Pues yo.

Si cuando vendo un piso quiero que se me pague parte del importe en negro, ¿quién es, en última instancia, el culpable de la corrupción política galopante de España? Yo. 

Si cuando he de cumplir con Hacienda facturo menos de lo realmente trabajado, ¿quién es, en última instancia, el culpable de la corrupción política galopante en España? Yo. 

Si cuando realizo gastos personales los cargo en la tarjeta de la empresa, ¿quién es, en última instancia, el culpable de la corrupción política galopante en España? Yo. 

Si cuando encargo una obra en casa acepto pagar sin factura con objeto de ahorrarme el IVA, ¿quién es, en última instancia, el culpable de la corrupción política galopante en España? Yo.

Si cuando contrato a un asalariado le hago trabajar el doble de lo estipulado en el contrato, ¿quién es, en última instancia, el culpable de la corrupción política galopante en España? Yo.

Si cuando liderando una empresa no pago en tiempo y en hora, o directamente no pago a mis trabajadores, ¿quién es, en última instancia, el culpable de la corrupción política galopante en España? Yo.

Si cuando necesito cobrar tal o cual ayuda social empadrono a mi mujer en una vivienda y a mí en otra, ¿quién es, en última instancia, el culpable de la corrupción política galopante en España? Yo.

Si cuando sufro un accidente agravo mis dolencias a fin de cobrar mayor indemnización, ¿quién es, en última instancia, el culpable de la corrupción política galopante en España? Yo. 

Si cuando en el trabajo me apropio de estranjis de algo que no me pertenece, ¿quién es, en última instancia, el culpable de la corrupción política galopante en España? Yo.


La moraleja de todo esto es muy evidente: no veas la paja en el ojo ajeno sin ver antes la viga en el tuyo. O no lances la primera piedra sin antes limpiarte las manos. No cojas uvas de dos en dos porque siempre habrá quien se las coma de tres en tres. 

El pueblo español, con sus comportamientos desleales y corruptos, es quien posiblita la existencia de una clase política desleal y corrupta. Y ahora, voy a colgar una bandera española del balcón o la ventana de mi casa; seguramente los corruptos hace meses que la tienen ya colgada. 

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