Blog personal de Alejandro Castroguer

En este blog podrás estar al tanto de las noticias que generen las novelas "GLENN" (Premio Jaén de Novela 2015), "LA GUERRA DE LA DOBLE MUERTE", "EL ÚLTIMO REFUGIO", "EL MANANTIAL" y "HOLMES Y EL CASO DE LOS OCHO ESTÓMAGOS", y las antologías "Vintage'62: Marilyn y otros monstruos" y "Vintage'63: J.F.K. y otros monstruos" entre otras. Además, es lugar de encuentro para amantes del cine, la literatura, la buena música y las aventuras del Rey Mono.

viernes, 16 de abril de 2010

15.2º Capítulo >> La Ciudad Negra

(Originalmente se publicó completo el capítulo. Ahora sólo es un extracto en espera de la publicación del libro)


(...)

Sucedió delante de una cámara de televisión, en una conexión en directo. A la altura de Bobadilla descarriló un tren. Nunca se supo la causa que lo provocó, o nadie lo preguntó, o quien se interesó por ello fue despedido. La cifra inicial de muertos rondaba los cien fallecidos. Lo único cierto es que, coincidiendo con la conexión en directo de un informativo de Telecinco, varios de los cadáveres abrieron los ojos y se levantaron. La cámara pudo filmar un par de ataques antes de que un agente de la Policía Nacional obligase al reportero a bajar la cámara.

Pero la gangrena galopaba por carretera, o campo a través, sin control posible. Esa misma tarde se confirmaron nuevos ataques, en Sevilla capital y en parte de la provincia. Osuna se convirtió en un campo de batalla. Quienes quisieron huir en sus coches a toda velocidad provocaron más accidentes y atropellos. Los que no consiguieron digerir la crudeza de las primeras noticias se suicidaron cortándose las venas o arrojándose desde las ventanas. La muerte llamaba a la puerta de las casas y no hubo muro ni barricada capaz de detenerla. Atacaba por igual a periodistas y a fuerzas de seguridad. Un único resucitado contagiaba el hambre a cientos, y éstos, a miles.


Esa misma noche el Ministerio de Defensa movilizó a las tropas acuarteladas en San Fernando, en un desesperado intento a contrarreloj. Sin embargo la vacuna llegaba demasiado tarde. El perímetro del cuartel se infectó de hambrientos. El primer soldado que dudó en apretar el gatillo concedió los segundos necesarios al resucitado que se acercaba con los brazos extendidos y la mirada náufraga. Le bastó con un mordisco a la altura de la muñeca. El soldado contempló cómo la vida se le escapaba sin que ninguno de los compañeros supiese qué cojones hacer. Poco después el conductor del vehículo fue mordido en el cuello y la vida se desvió definitivamente de la carretera.

En los informativos con carácter de urgencia se informó que la situación estaba controlada cuando en realidad era todo lo contrario. La mentira resistió a duras penas esa noche. Al día siguiente el Ministerio del Interior reconocía la gravedad de lo sucedido. A pesar de lo cual se intentó atajar la crisis con intervenciones puntuales del ejército de tierra. Y en un primer momento se antojaron efectivas. Una escaramuza rápida con el objetivo de retirar al mayor número de resucitados.

Sin embargo la gangrena buscó nuevos caminos y, después de unos días de tensa calma, estalló la segunda crisis, extendida ya por toda Andalucía, desde Huelva a Almería.

El Gobierno declaró el estado de alarma poco después del día de Reyes y el viernes 22 de enero el Congreso de los Diputados prorrogó dicho estado, dando de alguna manera luz verde a la intervención militar, por tierra, mar y aire.




Lunes 1 de febrero de 2010, las 8 de la mañana.

Cerca de la Ciudad Negra.


El brillo de las condecoraciones centellea en la mirada del comandante. Con un mínimo gesto de la mano ordena acercarse al capitán, que obedece sumiso a pesar de que le dobla en estatura y anchura. La conversación discurre con la rapidez propia del instante. Luego el capitán se dirige a los soldados que esperan formados a su derecha. De inmediato suben al camión, fuertemente armados.

Se ponen en marcha seis camiones llenos de hambrientos seguidos por el de los soldados, siete vehículos sobre la única carretera de España que atraviesa el mar.


Al fondo, una gran muralla de color negruzco, más negra cuanto más clara es la luz del amanecer.

Al acercarse cuesta creer el material del que está hecha. Es un cementerio de coches, prensados hasta el límite para condensar la dureza del metal, unos encima de otros, cada uno un ladrillo para levantar el muro más recio que haya visto nadie. Aquí y allá, sin aparente lógica, unos pilares que se hunden en el agua contienen toda la estructura. Por último la cubre una red metálica del grosor de un dedo. Si no fuera suficiente la recia solidez de la muralla para amedrentar a los que están a ambos lados, remata la obra el color negruzco de la misma, que se debe a la acción del fuego. Han bombardeado la muralla con MK77, día y noche, hasta que el hierro ha enrojecido y los coches y la red han quedado prácticamente fundidos unos con otros.

Un muro de veinte metros de altura y uno de anchura, oscuro como la noche. Sus extremos se adentran doscientos metros en el mar, que enrabietado por el viento vuelca su furia contra él. El estallido de las olas alcanza los cinco metros de altura. Una lluvia salada se cierne sobre los siete vehículos. Los limpiaparabrisas zigzaguean durante unos segundos.


En el centro se abre una puerta de diez metros de altura y cincuenta centímetros de grosor, dos hojas macizas del color del plomo, tan pesadas que cuando se abren para dejar pasar a los camiones, se lamentan con un profundo aullido metálico.

Atravesar esa última frontera provoca un miedo similar al de los indígenas de la Isla Calavera frente a la muralla tras la que se esconde King Kong, el sudor frío de las manos, el radar de los ojos en busca de la más mínima señal de peligro, la respiración alborotada. El soldado que conduce el camión donde figura Fernando y que abre el convoy, es la primera vez que hace el recorrido, así que desconoce que detrás de la gran muralla, hay una doble verja metálica a cincuenta metros de distancia que contiene a los cientos de resucitados que gruñen rabiosos en cuanto reconocen el olor de la vida. Al verla, el novato respira algo aliviado.

-Ya verás cuando se abra la puerta -le habían dicho los compañeros a modo de broma-, no te los vas a poder quitar de encima.

Los dedos cancerosos de los zombies asoman por entre los rombos de alambre y las miradas se afilan como cuchillos. Detrás de ellos, la escombrera en la que la guerra ha convertido a la antigua Cádiz. El ensañamiento del ejército del aire a la hora de regar con MK77 toda la ciudad y la violencia de los incendios le confieren a la ciudad un color negruzco, similar al de la muralla, un bosque calcinado de coches, farolas y edificios. Los que están más cerca a la verja de alambre muestran sin pudor, a través de la heridas de los bombardeos, sus vísceras, muebles, camas, televisores, mesas que quedaron abandonados con la huída de los últimos supervivientes.


Un par de helicópteros Eurocopter EC665 Tigre sobrevuelan la zona en previsión de que suceda cualquier imprevisto. Trazan círculos sobre la frontera de la Ciudad Negra. Sus órdenes son muy claras, impedir el regreso por carretera de cualquier zombie.

En ese mismo instante, como si todo siguiese un guión preestablecido, justo cuando se detiene el convoy, una sirena aúlla al otro lado de la verja. De inmediato, los hambrientos huyen atropelladamente. Es hora de esconderse. Sólo los más valientes permanecen al descubierto, eso sí, sobre las aceras, bajo las marquesinas de los edificios más próximos, prestos a iniciar la huída en cualquier momento.

Alargando la vista, el conductor del primer camión alcanza a distinguir un trailer blindado que se acerca a toda velocidad. Impresiona ver las defensas que luce en los costados, unas guadañas que impiden cualquier acercamiento, defendiendo las ruedas de la rabia de los cadáveres. Chillan las ruedas al detenerse violentamente. Del interior baja un soldado, fusil en mano, que después de comprobar que los zombis están lo suficientemente lejos, se acerca a la verja a abrirla.


Los helicópteros se mantienen colgados del cielo, bien cerca, para abortar un posible asalto al convoy. El soldado que ha abierto la verja hace una señal con la mano. Ya pueden entrar.



21 comentarios:

  1. La verdad es que me sigue gustando bastante, pero ya has avanzado mucho y sigue habiendo una pregunta que no sé. ¿Quién ordenó a Salvador y a sus compañeros la defensa en Despeñaperros?

    ResponderEliminar
  2. Sharly, la verdad es que el capítulo primero ya ha sido revisado para eliminar esos detalles de un ejército organizado como tal, ya que el posterior decurso de la obra no lo hacía posible. De todas formas, la versión definitiva (en papel) deberá sufrir algunas modificaciones.

    Espero haber resuelto tu duda.

    ResponderEliminar
  3. Gracias, Miguel, por tu lectura y por dejar este comentario, escueto pero suficientemente expresivo. Un saludo.

    ResponderEliminar
  4. Me ha gustado mucho, especialmente la segunda parte del capítulo, la llegada a la Ciudad Negra, has conseguido hacerla muy visual. Impresionante lo que han hecho con la ciudad, una auténtica prisión en cuarentena.
    Un saludo :)

    ResponderEliminar
  5. Gracias por tu asistencia a la GDM. Por supuesto te debo varias lecturas a Plaguelanders.

    Eso que apuntas de la Ciudad, una prisión rodeada de agua. ¿Habeís adivinado los que la habéis leído qué ciudad andaluza es la Ciudad Negra?

    ResponderEliminar
  6. si lo pones bien claro "Detrás de ellos, la escombrera en la que la guerra ha convertido a la antigua Cádiz" Ay!!! esa tacita de plata, que nos la has destrozado. O sea que con Cádiz han hecho un campo de concentración, pero con los Zombis.

    Muy buena la introducción del capítulo.

    A ver como "sobrevive" Eduardo ahí dentro.La verdad es que me están dando pena los zombis, y eso que se nos quieren comer a los vivos.

    Una duda: "En el centro se abre una puerta de diez metros de altura y cincuenta centímetros de anchura, dos hojas macizas del color del plomo" Los 50 centimetros son de grosor? porque si es ancgura, aunque sean dos hojas no pasa un camión por allí, creo.

    ResponderEliminar
  7. Ok, es que ando tan borracho de letras que ya no veo ni las que tengo delante, Jaraco. Sí, es Cádiz.

    Miro eso que me dices de anchura/grosor. Tienes razón, jajaja, menuda puerta enana y camiones delgados para pasar por ahí. Gracias por el aviso. Un placer tenerte por aquí.

    ResponderEliminar
  8. Sigo el relato.

    Por cierto acabo de leer el comic "Los muertos vivientes" que lleva por título "Días pasados" publicado por Planeta Agostini y que cuesta 7,50 euros. El guión es de Robert Kirkman y el dibujo de Tony Moore.

    Lo recomiendo. Nada todo hace que se despierte en mí el interes por los Hambrientos.

    ResponderEliminar
  9. Pues nada. Mi comentario de ayer se lo comieron los zombies. También comentaba que me había encantado la voltereta que habías dado a Cadiz, de ser la encantadora ciudad blanca y soleada que todos conocemos a una monstruosidad negra para retener la plaga.

    ResponderEliminar
  10. Oriafontan, he de echar un vistazo a ese cómic, claro que sí. Espero que esta GDM haya sido quien te haya abierto el apetito por un género tan denostado. Gracias por tu lectura.

    ResponderEliminar
  11. Errantus, desconozco qué ha podido pasar de verdad respecto de ese comentario que comentas. Aquí no apareció ninguna. Es más, tengo notificación de cada uno a través del email y ni uno solo se queda sin contestar.

    Cádiz, creo que es una magnífica localización como ciudad prisión. Gracias por seguimiento.

    ResponderEliminar
  12. Ah, mi bienvenida a Pilar Alberdi a grupo de los seguidores de la GDM. Por cierto se ha atrevido a abrirle una entrada propia (como ya hiciera Errantus) en su Blog sobre Literatura Fantástica a esta historia de supervivencia zombie:
    http://sobreliteraturafantastica.blogspot.com/2010/04/una-novela-por-entregas-de-alejandro.html

    Además será Pilar quien me haga la primera entrevista como autor de la GDM. Gracias por todo.

    ResponderEliminar
  13. Es a través de este capítulo que descubrimos parte del drama de los zombis protagonistas. Antes, al inicio de la resurección, había que sobrevivir a la horda de hambrientos. En el intervalo de dos meses la situación se antoja controlada por el ejército y son ahora los zombis los que han de sobrevivir. Me gusta esa Cádiz prisión. Sinceramente creo que esta será una de las imágenes que queden en el recuerdo de los lectores de la GDM, esa carretera entre aguas y la enorme muralla negruzca.

    Por cierto, muy buena primera parte del capítulo.

    ResponderEliminar
  14. Alejandro, amigo mio. Excelente entrada, como siempre.
    Me ha sorprendido mucho el descubrir al fin la ubicacion de la ciudad Negra. Magnifica descripcion la que haces de ella, permitiendonos visualizar las ruinas y el horror que hay tra sus muros.
    Sigo ansioso de ver como sigue.
    Por cierto: Recibiras un email en breve. Espero te animes a lo que te digo en el.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  15. Gracias Mil Noches, estoy de acuerdo contigo, la entrad de la Ciudad Negra será una de las imágenes que perdurará en la memoria de los lectores. Creo que es lo suficientemente impactante. Nos leemos en la prósima entrada.

    ResponderEliminar
  16. Athman, ¿te ha gustado? La Ciudad Negra es una pieza clave en el decurso de la hitoria. Ahora espero que no os impacientéis si no vuelve a aparecer hasta más adelante. Hay que graduar la intensidad y el suspense.

    En cuanto tenga ese email, ya te digo. Gracias, Athman, por pasarte por la GDM.

    ResponderEliminar
  17. Esta entrada me ha gustado especialmente, sobre todo la descripción de la Ciudad Negra, que me parece espectacular, y pensar que es Cadíz...

    Espero saber más de esta ciudad cárcel y que pronto vuelva Judith.

    Un saludo.

    ResponderEliminar
  18. Gracias Vanessa por seguir fiel a la historia. Para saber más de la ciudad cárcel, como dices, habrá que esperar unos capìtulos. Espero seguir contando con tu apoyo. Un saludo.

    ResponderEliminar
  19. Joder con la Ciudad Negra, que imaginación tienes Alejandro, me ha encantado.
    También me ha gustado los temas que has tocado, que son muy actuales, como la crisis, la censura y el "no pasa nada" de los altos cargos políticos etc...
    Genial.
    Por cierto, siento el atraso pero he estado medio preso por cuestiones religiosas que ya llegan a su fin.

    ResponderEliminar
  20. No importa, Antonio. Espero que semejantes obligaciones "religiosas" no terminen con tu temple, jajaja. No hay prisas ya, Antonio.

    Me alegra que te haya gustado.

    ResponderEliminar