Título: Los herederos de Julio Verne
Autor: Gabriel Bermúdez Castillo
Año: 2012
Páginas: 520 páginas
Editorial: La Biblioteca del Laberinto
Encuadernación: Tapa blanda
Texto de Contraportada (extracto): Dice el autor: «Un día, a mediados de abril del año 2012, apareció en mi mente el título de la misma. ¡Los herederos de Jules Verne! Ahí estaba, como colgado en el espacio, solo por completo, sin una sola palabra, idea o imagen que lo completase. Recuerdo que pensé que era un título bonito, sugerente, y desde luego, que me gustaría ponerle una novela detrás. Ya no pude pensar más que en ello a partir de ese momento. Afortunadamente, comenzaron a unirse ideas a ese hermoso pero solitario título. La primera fue que Jules Verne había dejado en poder de un notario de Amiens una serie de documentos que, con ciertas condiciones, debían entregarse a determinadas personas, a las que calificaba como «sus herederos», aun no siendo de su propia sangre.
Vaya por delante la admiración que se le ha de profesar a quien ha sido uno de los padres de la ciencia ficción española y al hecho de que esta novela (su penúltima, pues ya hay otra escrita) fuese redactada en el breve plazo de dos meses y medio: desde el 23 de junio hasta el 6 de septiembre de 2012, tal y como se recoge en el interior de la publicación. También hay que subrayar el hecho de que la edición (mayo de 2013) haya cuidado los detalles, sobre todo en cuanto a las ilustraciones se refiere. Hay varias a lo largo del libro que, muy oportunamente, refuerzan en la mente del lector lo que se cuenta en esos instantes en el capítulo de marras. Así podemos ver una contraporta alla Svástica, a Miguel Strogoff ciego y el sable cogido al revés, a la Luna que se acerca a la tierra o los planos de la Isla Lincoln. Eso sin nombrar las diversas que hay de los platos que, con motivos novelescos vernianos, hiciera en 1978 Michael de l'Ormeraie.
Ilustración del plato dedicado a La Isla Misteriosa |
Coronada con un artículo de Paco Arellano (editor de la colección) titulado Vernianos, Steampunk... tout avant la lettre y con un extenso y prolijo Epílogo que no podía ser prólogo donde Bermudéz Castillo nos muestra toda su erudición sobre Verne y todo cuanto le rodea, la novela que nos reúne aquí se puede definir en pocas palabras: un sincero homenaje al autor de Viaje al centro de la Tierra y a todas sus obras. Varios de los escenarios y episodios que aparecen en Los herederos de Julio Verne son tomados prestados de la obra del francés. No desvelaré nada al respecto para así eludir los spoliers, salvo añadir que la Isla Lincoln (la famosa La isla misteriosa) tiene su importancia, como tampoco es de extrañar conociendo al autor de esta novela (siempre ha señalado la aventura de Cyrus Smith como una de sus favoritas). También tiene especial relieve el homenaje que rinde a Los desterrados de la Tierra de André Laurie.
Sigamos con parte del texto de la contraportada: En esos documentos (los papeles que Verne había dejado a un notario de Amiens), trataba de proyectar en el futuro su solitaria existencia, esperando que esas personas le comprendieran mejor que lo habían hecho muchos de los amigos o familiares que le rodearon en vida. Se unió a ello un gran interrogante que siempre se me había plantado: ¿de donde sacaba tiempo Jules Verne para las múltiples actividades que realizaba, y para el enormemente complejo sistema de escribir y corregir pruebas que utilizaba? Y también, ¿cómo era posible que se documentase tan profundamente sobre lugares y sucesos? Incluso hoy, con internet a nuestra disposición, a veces es difícil documentarse sobre determinados temas». Gabriel Bermúdez Castillo, a este respecto, pone en manos del célebre autor (y posteriormente en las de sus herederos) una máquina del tiempo. Es así (esa es la fábula que propone esta obra), mediante el empleo de este artefacto de sabor steampunk, cómo Verne fue capaz de escribir al ritmo que lo hacía y, además, manejar la cantidad de datos que manejaba en sus novelas.
Homenaje a Los desterrados de la Tierra, de André Laurie |
Haciendo gala del personal estilo de sus autor (donde el erotismo inherente a Marlene destaca en varias escenas con Ismael Quirós), la novela no deja un instante de respiro a los herederos y, por ende, a los lectores. Aquellos viajan de un lado a otro del tiempo y del espacio en busca de las distintas pistas que aquí y allá ha ido dejando Jules Verne en vida para asegurarse que sus herederos merecen la herencia que les aguarda al final del viaje. Es una obra donde se respira el gusto por la aventura, los acertijos, las pistas falsas y el amor a la obra verniana, por encima de todo. Sin desvelar nada sustantivo, he de decir que a medida que nos aproximamos al final, la inventiva de Bermúdez Castillo nos sorprenderá capítulo a capítulo. Y es que a sus setenta y muchos años, el autor de El señor de la Rueda sigue venturosamente en activo. Albricias.
En definitiva, una novela degustable por todos los lectores, pero especialmente recomendable para quienes amen la obra verniana y seguidores del steampunk. Un viaje al placer de la lectura. Luego no digáis que no os lo advirtió el Habitante Incierto de esta Casa Deshabitada.
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