Blog personal de Alejandro Castroguer

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domingo, 12 de enero de 2014

La isla de cemento, de J.G.Ballard






Titulo: La isla de cemento
Título original: Concrete Island
Autor: J.G.Ballard
Año: 1974
Páginas: 176
Editorial: Minotauro

Contraportada: Robert Maitland, arquitecto, de treinta y cinco años, descubre después de un accidente en la autopista de Londres que no puede salir de la isla de tránsito donde ha caído y que se extiende bajo los tres carriles. Nadie se detiene a recogerlo, y como un nuevo Crusoe, Maitland no cuenta con otros recursos que el contenido del Jaguar y su propia fortaleza. Mientras intenta sobrevivir a esta ordalía física y psicológica, empieza a entender también los motivos ambiguos que lo han llevado a ese paisaje de hierba y cemento, imagen y escenario de su propia alienación. 

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Poco se puede contar de una obra como ésta, tan breve, sin cometer la impredencia de desvelar algo importante. Pero vamos allá. Es esta una novela que habla de la soledad, de la soledad que apresa a Maitland, por mucho que tenga su vida demadiada entre el trabajo y esos amores de quita y pon, el de su mujer y el de su amante. Porque a la postre se descubrirá que está solo: él y su afán por sobrevivir.

Yendo a casa, Maitland sufre un accidente. Su Jaguar se sale de la carretera y cae a un terreno de nadie, ése que se abre entre las circunvalaciones de una gran ciudad. Al menos ha sobrevivido, que no es mal principio. Lo siguiente será pedir ayuda. Sin embargo no será tan fácil como imagina en un primer momento. Ningún coche se detiene. Los conductores sospechan que, ensangrentado y malparado tras el accidente, no es más que otro mendigo dispuesto a importunarles, acaso un borracho indigno de lástima.

Tras los primeros intentos, desesperado se decide a aguardar, convencido de que ya llegará la ayuda. Imagina que le echarán en falta en el trabajo. Tal vez no. Le echará en falta su mujer. O no: ella pensará que está con la amante. Le echará en falta la amante. O no: pensará que se encuentra con su esposa. Así transcurren los primeros días hasta que cae en la cuenta de que, en contra de toda lógica, no es el único habitante de la isla. 

Una novela que se lee en un suspiro. Sin ser de las mejores de Ballard, ser precisamente eso, todo un Ballard, ya es bastante. Una obra para reflexionar sobre la soledad y el pasado que arrostra cada uno. 
 

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