Os dejo el comienzo de su novela LA TAZA DE ORO. En él hay toda la poesía que merece el paisaje que está describiendo. Hay poco que añadir a las palabras del autor de Las uvas de la Ira.
El viento llevaba toda la tarde filtrándose por los pequeños valles galeses, anunciando al mundo la llegada del invierno desde el polo; y el río llevaba un leve plañido de hielo nuevo. Era un día triste, un día de lúgrube inquietud, de descontento. El suave viento parecía celebrar la pérdida de algo alegre con una tierna y delicada elegía.
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