Título: EGO Y YO
Autora: Yolanda Regidor
Año: 2014
Páginas: 240
Editorial: Almuzara
Sinopsis: "Ego y yo" relata en primera persona los avatares de dos amigos en
un trayecto de cuatro días. En tan solo ese tiempo, y sin alejarse
apenas de su punto de partida, el narrador vivirá, gracias o a pesar de
su acompañante, experiencias con las que no contaba. Mientras tanto,
evoca momentos pasados de vital importancia, bolas de preso que le
impiden avanzar. El motivo del viaje no es el mismo para ambos; para uno
es una escapada, para el otro un destino. Sin embargo, sucederá algo
que alterará el rumbo previsto, dentro de una trama que esconde su mayor
baza hasta el mismo desenlace.
Yolanda Regidor |
Esta reseña apareció con anterioridad en Fantasymundo:
http://www.fantasymundo.com/articulos/6704/ego_yo_premio_jaen_novela_2014_yolanda_regidor_juego_espejos
Cuando uno ha atravesado un laberinto es difícil explicar la razón de cada uno de sus pasos y decisiones. De por qué eligió un camino y desechó otro. Ni cómo la casualidad o la suerte quisieron que uno lograse el éxito en tal empresa. No es que la novela de Yolanda Regidor sea una madeja inextricable (que no lo es), pero al final uno siente que los personajes han estado jugando al escondite, yendo y viniendo a través de tu cabeza con la cadencia propia de sus paranoias y sus peores fantasmas. Así, pues, reseñar esta novela como he hecho con otras se antoja estéril, un esfuerzo baldío. Lo digo en serio.
Hablaré de sensaciones. Para empezar, los personajes principales, ese Ego y yo del título, no tienen nombre. Uno cuenta la historia y el otro responde dentro del recuento pormenorizado de algunos sucesos que compartieron años atrás. Uno es la voz; el otro, una suerte de eco. Uno es el señor Blanco, el otro el Negro (permítaseme el juego a lo Tarantino). El reverso y el anverso. El cuerpo y su sombra, o la voz de la conciencia. No es sencillo discernir dónde acaba uno y dónde empieza otro. Leyendo la novela he pensado que, de alguna manera, se trataba de un trasunto de los personajes de “El amante bilingüe” de Juan Marsé, en Juan Marés y en Juan Faneca, en el pusilánime y en el caradura. O al menos a mí me lo ha recordado.
Convergen los caminos de los dos amigos, más que en las diversiones que comparten (la pelea en el bar de carretera, la escena en el bar irlandés, la acampada a la orilla del río, la broma del tatuaje o la desopilante trama de la pareja que no puede engendrar un hijo), que también, sus pasos terminan encontrándose en un cruce de caminos que Yolanda Regidor llama Girl, que no es otra que la chica de la historia. En un principio la historia de Ego y yo se antoja que confluyen en el descubrimiento que hacen del cadáver del padre de uno de ellos, ahorcado en su casa. Pero donde en realidad desembocan el anhelo de uno y otro es en ella, en Girl, esa muchacha que encandila a Negro (insisto en la broma tarantiniana), que consigue atemperar la rabia que domina a su chico, y que a la vez coquetea con Blanco. Juego peligroso que también juegan Juan Marés y Juan Faneca, empeñados ambos en conseguir a Norma, la ex esposa del primero. Girl y Norma, Regidor y Marsé se sirven del personaje femenino para mover ficha, para provocar el drama, para tensar la cuerda.
Blanco dice casi al principio de la obra: “La memoria es un misterio; hace y deshace a sus anchas. La mayor parte de las veces nos protege, para que podamos ser felices. Otras, convierte las vivencias en bombas de relojería: se toman su tiempo, pero acaban estallando”. Y eso es lo que sucede en el transcurso de las páginas, que los recuerdos van explotando, abriendo heridas o socavones, proponiendo vías alternativas con las que circunvalar la realidad. Pese a la negativa de Platera, la madre de Blanco, a que siga juntándose con el trápala de su amigo, él desoye sus consejos. Pese a que Platera lo castiga enviándolo a un internado, Blanco buscará a Negro a la salida, aunque sólo sea para desobedecer a su madre. La rebeldía del pusilánime no es gran cosa. Lo digo en serio.
Blanco dice casi al principio de la obra: “La memoria es un misterio; hace y deshace a sus anchas. La mayor parte de las veces nos protege, para que podamos ser felices. Otras, convierte las vivencias en bombas de relojería: se toman su tiempo, pero acaban estallando”. Y eso es lo que sucede en el transcurso de las páginas, que los recuerdos van explotando, abriendo heridas o socavones, proponiendo vías alternativas con las que circunvalar la realidad. Pese a la negativa de Platera, la madre de Blanco, a que siga juntándose con el trápala de su amigo, él desoye sus consejos. Pese a que Platera lo castiga enviándolo a un internado, Blanco buscará a Negro a la salida, aunque sólo sea para desobedecer a su madre. La rebeldía del pusilánime no es gran cosa. Lo digo en serio.
Ambos muchachos viven por y para el otro. Blanco se atreve a decir casi a la mitad de la obra: “Mi amigo me era imprescindible para sentir a través suyo lo que yo de ningún modo podría atreverme a experimentar, y él me necesitaba a mí para dejar de percibir tanto y tan excéntricamente, para dar algo de racionalidad a su vida…” Que los dos protagonistas no tengan nombre no es casual, como tampoco lo es que carezcan de ellos los personajes secundarios; acaso a éstos se les permiten el privilegio de contar con un alias, un apodo: Platera, Padre, Girl, Suavón, Dos Cabezas, Moonwalker. Es intención de la novelista conceder todo el protagonismo a las dos voces antagónicas, a estos Cástor y Pólux que se disputan el amor de Telaira. Dejar que sean ellas las que vayan dejando pistas acerca del verdadero misterio que encierra este laberinto de ideas y reminiscencias.
Una obra (ganadora del Premio Jaén de Novela) que llama a la risa y a la desesperación, que fluctúa entre la compasión y la crueldad. Una obra con un extraño toque romántico. Una novela que juega a los espejos. Dura. Exigente para lectores poco avezados. Pero que gustará a aquellos que busquen una lectura honda, personal, distinta. A éstos se la recomiendo, y lo digo en serio.
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