Título: La tumba de las luciérnagas
Título original: Hotaru no haka
Autor: Akiyuki Nosaka
Año: 1967
Páginas: 61
Editorial: Acantilado
Texto de contraportada: "La tumba de las luciérnagas" es la historia de la muerte por
innanición de Seita, un niño, en 1945. Seita ha visto morir de hambre a
su hermana menor, a la que cuidaba tras la muerte de su madre en un
bombardeo.
Poco hay que añadir para aquellos que conozcan la historia a través de la excelente película (año 1988) de dibujos animados dirigida por Isao Takahata, un clásico a la altura de "Cuando el viento sopla" (año 1986) de Jimmy Murakami. En todo caso, exponer unos fragmentos de la novela de Nosaka para que os hagáis una idea de su estilo y de lo que encontraréis en la agónica historia de Seita y Setsuko.
"En la madrugada del veintiuno de septiembre del año veinte de Showa (...), el empleado de la estación que inspeccionaba medrosamente las ropas infestadas de piojos de Seita descubrió fajo la faja una lata de caramelos e intentó abrirla, pero, tal vez por estar oxidada, la tapa no cedió: "¿Qué es eso?", "¡Déjalo ya! ¡Tira esa porquería!", "Este tampoco durará mucho. Cuando te miran con esos ojos vacíos, ya no hay nada que hacer..." (...) cuando agitó la latita como si no supiera qué hacer con ella, sonó un clic-clic, y el empleado, con un impulso de béisbol, la arrojó entre las ruinas calcinadas de delante de la estación, a un rincón oscuro donde ya había crecido la hierba espesa del verano; al caer, la tapa se desprendió, se esparció un polvillo blanco y tres pequeños trozos de huesos rodaron por el suelo espantando a veinte o treinta luciérnagas diseminadas por la hierba que echaron a volar precipitadamente en todas direcciones, entre parpadeos de luz, apaciguándose al instante."
"El siete de junio al mediodía, el cadáver de su madre debía ser incinerado al pie del monte Ichio; al quitarle las vendas que envolvían sus muñecas para sujetar con alambre la placa de identificación, la piel de la madre, que Seita podía ver al fin, apareció tan ennegrecida que nadie hubiera creído que perteneciera a un ser humano y, en el momento de cargarla sobre una parihuela, multitud de gusanos cayeron rodando rítmicamente al suelo (...), cientos, miles de gusanos se retorcían sobre el pavimento del aula de trabajos manuales, ignorados por quienes los iban aplastando bajo sus pies con gesto impasible mientras sacaban los cadáveres: cuerpos ennegrecidos similares a troncos quemados..."
"El mediodía del veintidós de agosto, cuando Seita volvió al refugio después de nadar en el estanque, Setsuko estaba muerta. Su cuerpo no era más que huesos y piel, durante los dos o tres días anteriores ya ni hablaba, no apartaba siquiera unas hormigas grandes que se paseaban por su rostro; sólo al caer la noche parecía que iba persiguiendo con la mirada las luces de las luciérnagas, "Sube, baja, se ha parado", murmuraba bajito..."
Pese a su brevedad, apenas cincuenta páginas, Nosaka consigue transportarnos a aquella época y que suframos en carne viva el desventurado final de Seita y Setsuko, huérfanos en mitad de los bombardeos norteamericanos. Un drama por cierto, el de los niños que han de luchar solos por su propia vida, que sigue por desgracia muy vigente. Y es que nada hemos avanzado desde aquel lejano 1945.
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