Blog personal de Alejandro Castroguer

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martes, 12 de abril de 2016

Puede que Bukowski no, pero yo sí

Charles Bukowski cuenta en "La música clásica y yo" (uno de los poemas que confoman "Poemas de la última noche en la tierra") que le gusta la música clásica desde casi siempre. Y entre esos versos afilados narra cómo cierto día en una tienda de vinilos oyó, en la cabina de al lado, una melodía extraña. Cuando el cliente devolvió el elepé al dependiente del establecimiento, se apresuró a pedirlo: "Quiero el que ha estado escuchando ese tipo". Versos después habla de la impresión que le causó la experiencia, se recrea en ella. Por lo visto, aquella mañana le cambió la vida. Pero pese a que lo intentó, jamás consiguió rescatar del olvido el título de la pieza, ni tampoco quién era su compositor; con suerte retuvo el nombre del director de orquesta, que no era otro que Eugene Ormandy (quien, por cierto, aparece de pasada en mi novela GLENN).


En cambio yo, a diferencia del autor de "La máquina de follar", sí recuerdo las circunstancias que permitieron conocer la música clásica. Os cuento: mi padre compró un equipo de música a principios de los ochenta (calculo que corría el año 1983 ó 1984), le gustaba escuchar a Camilo Sesto, José Luis Perales, Basilio... Por la compra del aparato, la tienda le regaló dos discos de música clásica; es posible que no se vendieran muy bien y que hubieran decidido librarse de ellos de esta manera. O que mi padre tuviese cara de melómano, de ésos que dirigen la música con una batuta invisble (a lo mejor ése soy yo ahora, muchos años después de aquella época). Al grano: uno contenía "El lago de los cisnes" de Tchaikovsky, en la versión de la Orquesta Sinfónica de Londres dirigida por Pierre Monteux; el otro, la "Sinfonía nº 9 -Coral-" de Beethoven, interpretada por la Orquesta Sinfónica de Londres (otra vez la misma orquesta) dirigida por Leopold Stokowski. 


Ésta es la portada del elepé que regalaron a mi padre


Recuerdo que el ballet de Tchaikovsky me maravilló, me sentí traspasado por su deslumbrante poesía; fue algo similar a un flechazo. ¿Cómo no enamorarse de esas melodías? Por el contrario la sinfonía de Beethoven (en especial en primer movimiento, su Allegro maestoso) me zarandeó, me noqueó, igual que si me hubiese golpeado el campeón de los pesos pesados. Tanta tragedia encerrada en esa música: el fuego, la tierra, la rabia, el drama y hasta la sordera del genio de Bonn. Nada fue igual desde entonces, al menos yo ya nunca fuí el mismo. Desde entonces no ha dejado de crecer mi amor y admiración por la música mal llamada clásica; tanto, que es casi imposible que haya un solo día en que no me acerque a ella.


No es la portada del elepé que tuve, pero es la misma versión


Aquí os dejo el primer movimiento de la Sinfonía nº 9, en la versión de Stokowski.


Y ahora la versión de "El lago de los cisnes" dirigida por Monteaux.


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