Por mi culpa, por mi gran culpa
Sólo a los sepulcros blanqueados les importan más los restos de un único hombre que la necesidad de hacer justicia a otros miles.
Sólo los sepulcros blanqueados (pese a ir a misa, darse golpes de pecho y comulgar) no entienden nada y desean (contraviniendo el principal mandamiento de Jesús) la peor de las miserias al prójimo, ebrios de cal y de injusticia.
Sólo a los sepulcros blanqueados les agrede la verdad: esos miles de muertos enterrados en las cunetas sin una lápida que los recuerde.
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