Escultura anónima vista en la Playa de la Caleta |
VIGÍA
Había barruntado el naufragio antes incluso
de que ninguna vía de agua subrayase el desastre.
Ese silencio de alta mar que anegaba las semanas.
Los días ayunos de embarcaciones, las nubes sin norte.
La inamovible fuerza del océano pidiendo madera.
Nada que no hubiese presentido el vigía en sus velas,
un nudo de maroma en la garganta de piedra.
A Antonio Calzado
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