Avenida de Kansas City, Sevilla
Se despierta el motor de la ambulancia. Judith es consciente de que en circunstancias normales le sería imposible perseguirla con una bicicleta, pero gracias a los restos de batalla que hay en mitad del asfalto es probable que avance más rápido que ellos. Podrá ir por encima de la acera mientras los otros deberán sortear barricadas, coches y contenedores calcinados.
La ambulancia y Judith bajan la avenida de Kansas City en dirección a la explanada de la estación y luego tuercen a la izquierda por la avenida de la Buhaira. Como esperaba una muralla de sacos de arena ralentiza la marcha del vehículo, circunstancia que Judith aprovecha para adelantar unos doscientos metros y esconderse tras una parada de autobús.
Una vez sorteado el obstáculo, la ambulancia gira a la derecha por calle Enramadilla y sigue recto avenida Carlos V adelante. Cuando cree que va a perderla de vista, un autobús en llamas acude en su ayuda, permitiéndole de nuevo recuperar terreno. Pedalea con fuerza, los músculos de las piernas agarrotados.
El vehículo debe dar marcha atrás y subirse a la acera. Mientras Judith recupera el aliento en un portal de la acera de enfrente, uno de los batas blancas ha de bajarse. Cabecea malhumorado. Ella no puede oír lo que dice. Lo imagina con solo ver la de muebles descuartizados que hay en mitad de la acera.
Desesperada Judith mira el reloj, las seis y cuarto, y luego el cielo. Las últimas luces de la tarde resbalan rumbo al oeste, alejándose de Sevilla. Presiente el aliento cercano de la noche. El tipo está perdiendo demasiado tiempo.
Cuando por fin lo consigue y regresa a la cabina, son ya las casi las seis y media. Siguen por San Fernando y giran por la avenida de Roma en dirección al Guadalquivir. Un volantazo a la derecha los conduce hasta el Paseo de las Delicias. Como está bastante más despejado que el resto de calles por las que han circulado, Judith pierde mucho terreno.
Levanto la mirada para ver cómo doscientos metros más adelante, la ambulancia hace un trompo para subir por calle Santander. Al llegar a la esquina apenas puedo ver cómo giran a la izquierda por calle Temprado.
Pero… ya no puedo hacer nada más por hoy. Son las siete menos veinte, no me queda tiempo. Tengo la noche encima, siento su peso.
Judith sube calle Santander pedaleando con fuerza, deja la bicicleta entre dos cubos de basura y corre hasta alcanzar Tomás de Ibarra. Durante unos segundos estudia las distintas posibilidades que se le ofrecen. Además, ha de recuperar el aliento.
Unos metros más adelante encuentra un pequeño camión de congelados escorado contra un lateral de la calle, a la altura del número cinco. Medio volcado sobre la fachada deja un hueco mínimo entre el container y la fachada. Convencida de que encontrará un buen escondite, se agacha y gatea a través de él hasta el portal.
Frente a ella, una puerta que parecida a la de las casas de pueblo con un lateral de cristal para favorecer la entrada de luz desde la calle. Le sobra con un puntapié a la altura de la cerradura para introducir la mano y poder tirar del pestillo.
Cierro la puerta echando el peso de mi cuerpo sobre ella. De repente el silencio y la noche durmiendo dentro. Aguardo unos segundos a que mis pupilas crezcan para que se acostumbren a la oscuridad. Atravieso el patio y entro en el salón. Por culpa de la falta de luz apenas distingo un sofá, el televisor y la mesa comedor.
Escucho la fiereza de la sangre corriendo a mil por hora dentro de mi cuerpo. Respiro hondo. Arrastro la mesa a través del patio hasta la entrada. La vuelco de cara a la puerta. Ahora he de esconderme y rezar.
Judith recorre toda la casa buscando un buen escondite. Tropieza con una silla en mitad del pasillo, las patas de madera chillando sobre el suelo. Aguarda inmóvil unos segundos. Nadie la ha escuchado, o eso parece. En sus oídos sólo el motor acelerado de su cuerpo.
Sube al piso de arriba. Al final del pasillo encuentra el dormitorio de matrimonio. Sin duda es el mejor lugar, tiene una ventana que da a la calle. Así siempre dispondrá de una salida de emergencia. A través de ella podría saltar sobre el techo del camión de los congelados. Es mejor apostarlo todo a ese salto, unos tres metros, que quedar encerrada sin escapatoria y a merced de Ellos.
Cierra la puerta con el pestillo. Sospecha que no aguantaría el más mínimo golpe, pero es mejor eso que nada. La cama está deshecha, seguramente está igual que el último día, antes de la Doble Muerte.
Aunque hay restos de sangre no tropieza con ningún hueso. Menos mal, demasiados malos recuerdos. En una esquina de la habitación brillan unos hierros, parecen radios. Al acercarse descubre que es una silla de ruedas.
Me tumbo en la cama, deshecha. Estoy sudada, me encantaría tomar una ducha. Pero he esperar a que se retire la noche. Me pesan los párpados, necesito descansar. A ver si puedo dormir un par de horas seguidas.
Cuando empiezo a sentir cómo despega mi cabeza, el dirigible de la memoria, elevándose sobre un puñado de recuerdos, un ruido me obliga a realizar un aterrizaje de emergencia. Ha sonado dentro de la habitación.
(Originariamente el capítulo se publicó entero. Ahora sólo es un extracto a la espera de la publicación del libro)
Aaaaaaaaaaaaaaah!!! ELLOS. ¿Quiénes son ELLOS? Esto me gusta bastante y se me hará larga la semana hasta llegar al viernes.
ResponderEliminarExcelente entrada.
Errantus, nada mujer, son pocos días hasta el viernes 5 de febrero. Ya habrá tiempo para saber quiénes son Ellos en realidad. Sólo hay que seguir leyendo.
ResponderEliminarAgradecerte la fidelidad lectora para con la historia. Saludos.
Me gusta la senda por la que estás llevando la Doble Muerte, me encanta el ambiente que se está creando, me tienes enganchado, y me has dejado con la miel en los labios ...
ResponderEliminarSólo me hago una pregunta:
¿Desconozco si se han publicado tus relatos?
Si es así dímelo, ya que estoy muy interesado en comprarlos, si hay algo más de este género en el mercado (Neorrealismo Zombi) me gustaría que me informaras.
saludos Antonio
Empiezo a entender y a disfrutar con este Neorrealismo. Sin duda, y aunque te costará más esfuerzo poner 2 entradas a la semana, también tendrás más comentarios y ánimos.
ResponderEliminarEstoy ya haciendome una idea de qué nos podemos encontrar en los próximos capítulos y estoy impaciente.
Fer
Me está gustando mucho, sin embargo, como sevillano hay algo que me ralla bastante en el tortuoso recorrido que hace la ambulancia.
ResponderEliminarSi vas por Carlos V, terminas en el prado de San Sebastian, allí estaría la Av. de Roma que te llevaría hacia el rio efectivamente o si sigues recto entrarías en la Calle San Fernando (peatonal aunque muy ancha e incluso el tranvía pasa por allí).
Si entras en San Fernando viniendo en el sentido que dices... te has pasado la Av. de Roma.
Un último apunte "macabro" C/ Santander, C/ Temprado y C/ Tomás de Ibarra son las tres calles que rodean la Delegación de Hacienda en Sevilla. Los de las batas blancas no serán inspectores de hacienda recaudando ¿verdad?
En cuanto pueda te digo lo que sea. Ando con la cabrza regular y prefiero leerlo centrado y con calma.
ResponderEliminarTengo que dormir más, los japoneses me están matando, ejejeejeje
Un abrazo, coleguilla
Contestándote A.Carro, por ahora (repito, por ahora) no hay nada publicado. Habrá que esperar a ver la repercusión que tengan estas entradas y vuestros comentarios de cara a los posibles intereses comerciales.
ResponderEliminarGracias por tu interés.
Fer, Deprisa, creo que es un buen ritmo, dos entradas por semana. Me alegra verte por aquí entrada tras entrada. Mil gracias.
ResponderEliminarSharly, ok, admito tus sugerencias, e incluso podemos hablarlas por email ( butaca111@gmail.com ).
ResponderEliminarSólo que en el recorrido no hay que tener direcciones ya que está todo manga por hombro y se puede circular a placer.
Me alegra saber que te está gustando. Ah, no son recaudadores, sabía ese detalle. Pero si piensas a lo mejor das con cierto edificio histórico que anda también por allí cerca.
Gracias de corazón por tus apuntes.
Cuídate hombre, ten cuidado con esos japos (jaja), o por lo menos no tomes tanto el sol y ponte a la sombra del Kitsune Mori (jeje). Mañana te comento algo de ese árbol, ok?
ResponderEliminarCuando tú puedas, Ángel.
Sigues alimentando mi interés como lector, así que debo felicitarte una vez más por ello. Espero con ansiedad el momento en que vayas desvelando algunas de las incógnitas abiertas por ahora y cuento los días que faltan para la nueva entrada del viernes.
ResponderEliminarEl ritmo es excelente y aún me siguen deslumbrando tus metáforas. Se nota que detrás de tu estilo hay todo un esfuerzo de depuración realmente encomiable.
Desconzco cuál será el rumbo que tomarán los acontecimientos ni cuál es el futuro que le has preparado al personaje, pero no estaría mal que jugases con un nombre (tan paradójico en este caso) como Salvador.
ResponderEliminarOK, por allí andaremos;). Y si, hoy creo que lo cojo libre.
ResponderEliminarVenga un abrazo. Y ya te enterarás de que es lo que está a la sombra del Kitsune Mori, que el titulo ni es caprichoso :)
Un abrazo, coelguilla.
Por supuesto que sé el edificio al que te refieres "El Hospital de la Caridad". Pero si lo menciono desde el principio, no puedo hacer la gracia con los inspectores.
ResponderEliminarOtro detalle, la calle Tomás de Ibarra es muy estrecha y la verdad es que está jodido que un vehiculo se empotre contra las casas... Salvo en las casas que están justo frente a la Delegación, que hay plazas de aparcamiento de zona azul y por tanto más espacio. Pero en ese caso el número no sería correcto.
Como ya te he dicho en el 2º capítulo, me parece ideal para el soldado el nombre de Salvador, se me antoja irónico.
ResponderEliminarEsta noche te comento este tercer capítulo.
Me he demorado un porquito pero ya lo terminé. Igual de cautivante que los dos capítulos anteriores, bien escritos y el personaje de Judith va tomando cada vez mayor interés. Pero tengo una duda con respecto a su edad, ¿es una mujer o es una niña? Tal vez lo dijiste y se me pasó, si es así disculpa.
ResponderEliminarTanto a Mil Noches como a Vanessa les gusta el nombre de salvador para el soldado del capìtulo inicial. Lo tomo en cuenta. Como también recibo acuse de las votaciones (4) a favor de Fernando.
ResponderEliminarMil noches, gracias por apuntar el tema de las metáforas, porque en mi estilo es algo fundamental. Es alentador como en general todos de una u otra manera habéis señalado el estilo personal como una marca de identidad de los relatos.
Venga, Ángel, cuando tú puedas. No hay prisa, quillo, jajaja. Y ya te digo, te debo el cap.2º de K.Mori.
ResponderEliminarSharly, la verdad es que veo que entendiste mi referencia al edificio histórico, y claro, entendí tu broma con lo de Hacienda.
ResponderEliminarRespecto de Tomás de Ibarra, creo que en esa calle cabe un camíon de congelados. Distinto será si me expresé mal al escribir. Seguramente sería mejor hablar de que el camión "volcó, se escoró"... ¿qué te parece?... no sé, todo es hablarlo. Así que seguimos en contacto.
Gracias por tus lecturas.
Ok, Vanessa, anoto ese Salvador. Y espero ese comentario.
ResponderEliminarEs el personaje de Judith un personaje a cuidar, a mimar, a ver crecer. Gracias, Giancarlo por seguirme.
ResponderEliminarEn cuanto a Judith mujer o niña, es mujer, calcula unos treinta años. Explícitamente no se menciona, pero muchas de las cosas que hace no creo que sean propias de una niña.
Nos seguimos leyendo aquí o en tu Blog.
Me gusta el cambio de tercera a primera persona pero como sugerencia, podrías poner en cursiva cuando se cambia a la primera persona.
ResponderEliminarMuy bueno el capítulo en especial la parte en que Judith busca angustiada un escondrijo.
Gracias por tu tiempo. Apuntar que ya estaba señalada la 1ª persona con la cursiva... aunque bien es verdad que no se nota demasiado.
ResponderEliminarVoy a intentar probar diferenciarla dándole un color, a ver qué tal queda. Ya me dices qué te parece. Saludos.
Quizá mejor sangrandolo si se puede porque cambiando el color es mejor como estaba sólo con las palabras claves.
ResponderEliminarOk, Oriafontan, gracias por el apunte, pero es que aquí no sé utilizar la sangría (a lo mejor ni se puede). Por eso ya he señalado la 1ª persona con la cursiva y un color gris oscuro que la diferencia del resto de párrafos.
ResponderEliminarSaludos.
ah, así lo veo perfecto.
ResponderEliminarGracias por la ayuda. Mañana, Oriafontan, recordamos parte del pasado de Judith en lo que será el 4º capítulo "El despertar de Judith".
ResponderEliminarNos leemos, un saludo.
Saludos, coleguilla.
ResponderEliminarLeermelo me lo leí hace unos días, pero quería releerlo antes de comentar. El caso es que salgo de viaje de negocios de mañana y ultimando cosas no me dio lugar.
Te comento por encima. Decirte que lo que en lo que es el fondo es el que más me gustó de lo que llevo leido. En ese sentido mejora. Aunque hubo algo en la forma que me chirrió algo, y el final me resultó un poco nebuloso.
A la vuelta prometo ser más concreto, o ya tenemos una de esas charlas telefonicas.
Venga un abrazo coleguilla. Nos leemos.
PD: Aunque no te hace falta, he querido que una de las primeras entradas de mi nuevo blog sea la recomendación de tu novela.
Anda un poco patas arriba, pero bueno ya se puede ir viendo algo.
http://tenderetedepalabras.blogspot.com/2010/02/la-guerra-de-la-doble-muerte-parte.html
Gracias Ángel, ya hablamos y discutimos acerca de este capítulo. Espero esas sugerencias, por supuesto.
ResponderEliminarEn cuanto al enlace, decirte que te quiero (jejeje), quillo. Saludos.
Me he gustado mucho, sobre todo la parte que homenajea a cierta película.
ResponderEliminarEspero con ansia la continuación.
Un saludo.
Gracias Vanessa, espero que el de esta tarde te siga interesando. Es sólo cuestión de minutos.
ResponderEliminarSaludos.
Esta parte, complementando la anterior, me ha gustado, tiene cuerpo y, sobre todo, tiene lenguaje rápido y dinámico que subrayar la acción y la persecución.
ResponderEliminarGracias, Félix, tu participación y comentario me anima a seguir en esta línea. Siempre es bueno contar con las palabras de alguien que conoce el género como tú. Ah, y te debo una lectura de tu relato. Un saludo.
ResponderEliminarY por fin me decidi a presentarme aqui. Te sigo.Pendiente y totalmente entusiasmado con tu blog-novela.
ResponderEliminarQue seran ellos? Un depredador mas feroz que los propios zombies? Joder, me encanta.
Un saludo.
Gracias Athman, me alegra verte por aquí.
ResponderEliminarPara conocer parte del secreto tendrás que esperar al Capítulo 6. Allí encontrarás algunas pistas y a los batas blancas.
Un saludo.
Me sigue gustando mucho y sobretodo porque no te recreas con la sangre.Voy a leer porque llevo mucho retraso
ResponderEliminarVe con paciencia, Baruya. Hay una encuesta a pie de entrada en la que preguntaba por ¿Casquería, sangre? Doy tres opciones: Igual, más o menos. Y la gente vota mayoritariamente por Igual, muy por encima de la opción Más.
ResponderEliminarUn placer tener otro lector/a más. Un saludo desde la GDM.
Hmmm esto se va poniendo cada vez más interesante. Me gusta mucho. Seguiré leyendo.
ResponderEliminarTe voy persiguiendo, Félix, me agrada encontrarte entrada tras entrada dentro de la GDM. Un saludo.
ResponderEliminarEsto me está gustando, estoy nervioso con el de la silla de ruedas y su madre. Le echaré manos más tarde y seguiré con el cuarto capítulo.
ResponderEliminarDe momento no tengo muchas ideas sobre una ilustración de lo que llevo leído, quizás la escena del helicóptero con el zombi, pero no se, supongo que conforme vaya siguiendo la historia se me ocurrirán más cosas.
Un saludo y hasta pronto
Pues lo dicho con anterioridad, que no hay prisa, Nogales. Que todo es verlo y encontrar algo que te apetezca ilustrar. Por ejemplo un recluta como Salvador con la rata insinuada dentro del estómago a punto de morder no estaría mal. O Judith en futuras entregas, ya veremos.
ResponderEliminarLo de Judith me suena bien. Pensaré en algo...
ResponderEliminarSi claro. Ni caso. A mí me dijo lo mismo Alejandro, ya pensaré en lo tuyo :P
ResponderEliminarComo veas, Nogales, lo dejo por ahora a tu antojo.
ResponderEliminarY tú, Ángel, no seas malo, que el chaval le está poniendo interés, y a un lector hay que mimarlo.
Abrazos para los dos.
Ah, no. Yo solo mimo a los que me leen a mí. Que uno también tiene su novela, y bueno se leyó lo que había. Aunque hice cambios y no los quiere leer, diciendo que no se va a leer lo mismo 20 veces. No le gustará tanto cuando no quiere hacerlo, ejeeejejej :P
ResponderEliminar¿Cual es la diferencia entre zombis y humanos? Parece que también se cansan, comen otras cosas.
ResponderEliminar¿Solo el hecho de haber muerto y quizás descomponerse poco a poco?
¿De quien tiene miedo Judith?, ¿de humanos, de otros zombis?
Ya sabes que tambien coincido con Vanessa sobre lo de la mención a Norman Bates
Ángel, hay que entender a la gente, que es lógico que esté ocupadillo.
ResponderEliminarLa diferencia entre los zombies y los vivos es la de haber vuelto a la vida, y haber perdido en gran parte sus recuerdos. Judith teme a los vivos y a otros resucitados, tiempo al tiempo, Jaraco. Gracias por tu tiempo.
ResponderEliminarEn lo de Norman Bates, muy cierto. Es un homenaje.