En la novela aparecen dos músicas, nada más. En un mundo devastado como el que ejemplifica "El Manantial", hasta la música se ha muerto. O casi.
Como ya he comentado por facebook o por twitter, a los dos protagonistas -Abel y Verona- les sirve de leiv-motiv, casi de exorcismo, la canción tal vez más conocida del grupo The Doors. Es The End, una auténtica declaración de intenciones (la letra es terrible), además de una de las canciones más subyugantes de los últimos 50 años. Poco que decir sobre ella. Tampoco voy a especificar demasiado en qué circunstancias la cantan Abel y Verona. Hay que leer la novela. Porque hay más de una imagen poética extraída y compuesta en torno a su letra.
Como ya he comentado por facebook o por twitter, a los dos protagonistas -Abel y Verona- les sirve de leiv-motiv, casi de exorcismo, la canción tal vez más conocida del grupo The Doors. Es The End, una auténtica declaración de intenciones (la letra es terrible), además de una de las canciones más subyugantes de los últimos 50 años. Poco que decir sobre ella. Tampoco voy a especificar demasiado en qué circunstancias la cantan Abel y Verona. Hay que leer la novela. Porque hay más de una imagen poética extraída y compuesta en torno a su letra.
Por otra parte, a lo largo de la obra también aparece otra música: en esta ocasión es una pieza de Claude Debussy que acompaña a un personaje. Su titulo, Syrinx. En esta ocasión no diré a quien acompaña. Igualmente no apuntaré en qué circunstancias. Más que nada para mantener el secreto. Pero cuando leais ese capítulo, recordad que es esta música tan inasible, tan evanescente, la que suena en mitad de la mañana. Casi como un rayo de esperanza. Casi.
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