Título: PESADILLAS
Autor: Eduardo Goligorsky
Año: 1978
Páginas: 220
Editorial: Bruguera, serie Libro Amigo
Toda esta información acerca del autor está tomada directamente de la Wikipedia:
Eduardo Goligorsky (30 de marzo de 1931, Buenos Aires, Argentina) es un escritor nacido en Argentina y nacionalizado español. Comenzó su carrera en su país de origen como traductor, publicó novelas y ensayos, además de escribir críticas de libros para periódicos. En 1976 deja Argentina para radicarse en Barcelona, en donde continuó con su profesión.
Goligorsky llegó a España en septiembre de 1976 abandonando su país, donde se enfrentaban la dictadura militar y la guerrilla de los montoneros. Se nacionalizó español el 28 de marzo de 1980. Desarrolló su actividad profesional como traductor del inglés al castellano, primeramente en Argentina, en las editoriales Poseidón, Jacobo Muchnik Editor, Compañía General Fabril Editora, Sudamericana, Paidos, Sur, Granica Editor y otras, y posteriormente en España, en las editoriales Pomaire, Muchnik Editor, Plaza Janés, Seix Barral, Versal, Martínez Roca y otras. En 1975 recibió la Faja de Honor de la Sociedad Argentina de Escritores por la traducción de Memorias, de Waldo Frank. En Argentina dirigió la colección Libertad y Cambio, en Granica Editor, y en España fue asesor literario de la editorial Martínez Roca hasta su jubilación en 2000.
En su actividad periodística fue crítico de libros del diario Clarín (Buenos Aires, 1970-1976), con colaboraciones en los diarios La Nación y Perfil de Buenos Aires, y colaborador permanente de la sección de opinión de La Vanguardia de Barcelona desde mayo de 1982 hasta diciembre del 2000. Desde noviembre del 2010 colabora en el diario online Libertad Digital.
RESEÑA:
El ejemplar del que dispongo en casa lo conseguí por internet, creo recordar que a dos euros. Vino por correo certificado con otros cuantos libros difíciles de conseguir, bien porque están descatalogados, bien por su antigüedad. En el caso de la obra de Goligorsky que nos ocupa es por su antiguedad. Producto de ello las páginas amarillean y los bordes de la portada están gastados por el uso. Es una 1ª edición, lo que ya le confiere mayor valor al libro; es de octubre de 1978. ¿A saber qué estaba haciendo yo en aquel entonces? Si hago memoria consigo situarme en el tiempo en 2º o 3º de EGB en el colegio "Ciudad de Jaen" de Churriana. Tenía yo entonces siete añitos. Sería esa época en que jugaba al Sota, Caballo, Rayo con la esperanza de que el gordito de la clase (el Mancera) estuviese en mi equipo; o llevaba para desyunar al recreo un Bonny o un Tigreton, me moría por ir a ver "La Guerra de las Galaxias" al cine, pensaba que la niña más guapa del colegio era Virginia, o lloraba con las desventuras de Heidi en los Alpes y de Marco a través de medio mundo.
Para mí, ese viaje en el tiempo que nos proponen los libros viejos es ya en sí mismo un placer.
Anotar, además, que el ejemplar en la contraportada aún lleva el precio en una prehistórica etiqueta del Pryca y que costaba 145 pesetas.
Pero ciñámonos a la obra de Goligorsky y hagamos una breve introducción a cada relato. No desvelaré nada sustantivo de las tramas, pero sí procuraré incitar a su lectura. Vamos al lío:
1ª Pesadilla: "Y no dejan huella..."
Londres, invierno de 1958. Sir Henry Allenbough, comisionado de Scotland Yard, lidia con los comentarios de otrs cuatro socios como él del Colonial Club. ¿El motivo? La ola de asesinatos que se ha cernido sobre la ciudad. Será Lord Bolton quien apunte una extraña teoría acerca del origen de la misma.
2ª Pesadilla: "Una confesión increible"
Desde el inicio del relato el narrador y protagonista, a la sazón, la misma persona, duda de la veracidad de lo que ocurrió en París. La condesa Ferhazy ha asesinado a su esposo, así comienza el caso el dia de su cuarto aniversario de boda. ¿Será culpable de lo ocurrido un cuadro con el retrato de una dama que luce un broche en forma de calavera?
3ª Pesadilla: "Jerry vigila"
La familia Bishop se traslada al East Side de New York. Han abandonado la granja y el pueblo para ofrecerle en la gran ciudad las oportunidades que se merece su hijo Jerry. Pero semanas después del traslado ningún vecino a ese tal Jerry. Los rumores crecen en torno a esta misteriosa figura hasta su padre cuenta la verdad por culpa de una borrachera.
4ª Pesadilla: "Demasiado bella..."
En Alabama, Lester Gallagam acude a la mansión de la señora Aarous, una anciana adinerada que no repara ni hace ascos a la pobreza de su nuevo inquilino. ¿Qué se oculta tras esta actitud poco lógica? ¿Qué se esconde en el cuarto de la hija fallecida de la señora Aarous?
5ª Pesadilla: "El cuento del monstruo"
En este relato de innegable sabor lovecraftiano (sería mejor hablar de hedor), Agnus Dambar ha escrito en primera persona el cuento de "La casa maldita de Wingareen". En él un pescador de nombre MacIntosh atrapa con sus redes algo que no es de este mundo. De inmediato empezarán a ocurrir extrañas desapariciones en el pueblo.
6ª Pesadilla: "Estaba solo"
Gloowa Station es una estación solitaria, abandonada, donde ha pedido ir a trabajar Benny Orlick. ¿Por qué con cincuenta y siete años y próximo a la jubilación ha pedido ese destino que nadie quería?
7ª Pesadilla: "Mi visita a Doomsborough"
Lawrence Humphrey, periodista de profesión, llega en tren a una aldea remota de Gales para descansar. Es un pueblo muy tranquilo, demasiado, que no entiende qué ha venido buscando el periodista. Cuando Lawrence consiga vencer la reticencia inicial de los aldeanos descubrirá que el pueblo recela del pasado y presente del castillo de los Assenfield, a quienes se les ha tachado a lo largo de la historia de vampiros.
8ª Pesadilla El espejo y la imagen
El extraño caso con que se topa un policía jubilado al que se le encarga que estudie los archivos policiales de las ciudades alemanas liberadas por los aliados. El hallazgo se produce en Feuerwald. Relato que juega en forma de diario con la imagen del doppelganger.
Colección de relatos donde Eduardo Goligorsky hace gala de un estilo sólido y se muestra como un excelente narrador. Es este un libro para degustar a media luz, en invierno, con una tormenta aullando al otro lado de los cristales y la compañía de un té o un café humeante. El sabor a buena literatura quedará para siempre impreso en el recuerdo del lector. Muy disfrutable.
Luego no digáis que no es lo avisó el habitante incierto de esta Casa Deshabiatada.
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