El Habitante Incierto posa con Antonio Castro-Guerrero (con anorak azul), doce años antes de que Antonio consiguiese en 2013 el Premio de Novela Corta de la ciudad de Cáceres con su obra El último viaje de Sorolla.
Corría el año 2001 (el año de la odisea espacial), era a principios de enero. Recuerdo aquella visita de Antonio por la escapada que hicimos al Valle de Arán, por aquella mañana gastada en la zona de Montjuic, porque hacía mucho frío y porque en el Mercat de Sant Antoni compré el disco December de George Winston. Ya por aquel entonces, Antonio ya llevaba un largo recorrido literario, aunque fuese en silencio.
Nostálgico se ha despertado el Habitante Incierto. Por aquel entonces las Torres Gemelas seguían en pie y el Habitante escribía El bailarín de claqué, una novela negra inédita.
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