Título: EL ANORAK DE PICASSO
Autor: José Antonio Garriga Vela
Año: 2010
Editorial: Candaya
Páginas: 132
Contraportada: "Si Walt Whitman encabezó uno de sus libros con
aquel imponente “Quien abra este libro, no estará
abriendo un libro: estará abriendo un hombre”, José
Antonio Garriga Vela bien podría advertir de El
anorak de Picasso “Quien abra este libro, no
estará abriendo un libro: estará abriendo una casa”.
Una casa encantada, por cierto, de la que Garriga
Vela parece no haber salido nunca, a pesar de haber
recorrido el mundo unas cuantas veces.
Hace quince años Garriga Vela publicó Muntaner 38,
una hermosa novela que recuperaba la dirección de la
casa de su infancia y donde tejía la realidad y la
ficción con mano tan audaz que transcurrido el
tiempo ni él mismo parece capaz de saber qué cosas
pertenecen a la realidad y cuáles a la ficción,
porque sus novelas están hechas, como todas las
novelas importantes, de realidad imaginada y de
ficción vivida. En El anorak de Picasso, volumen que reúne textos
que se entrelazan y que pueden ser relatos o ensayos
o confesiones sin que importe mucho qué son, Garriga
Vela cuenta alguna de las historias encerradas en
aquella casa de Muntaner 38 donde fue niño y donde
antes de que él llegara al mundo unos cuantos
fantasmas impregnaron el aire con sus voces y sus
imágenes. En el texto que inicia el volumen, se nos
cuenta, por ejemplo, la historia maravillada de un
anorak encargado por Picasso al padre del autor en
su taller de la calle Muntaner, donde años antes
Rusiñol y otros modernistas fundaron el Cau Ferrat.
Un anorak que no pudo ser entregado sino
veintitantos años después de que se hiciera el
encargo. Así se van hilando las historias que
conmueven y divierten en este libro que es una
puerta de entrada al mundo de Garriga Vela, y
también la puerta de entrada a una casa encantada.
Encantada por la ficción y encantada por la vida."
(Juan Bonilla).
¿Ficción o realidad? ¿Cuánto hay de ensoñación en este libro, de memoria distorsionada por el paso del tiempo? Tampoco importa demasiado dilucidar estas cuestiones: sólo hay que dejarse embaucar por el ritmo cadencioso, elegante, de la prosa de Garriga Vela (casi me trae ecos de la Música Callada de Monpou). Los textos del autor barcelonés, afincado desde años en Málaga, basculan entre las dos ciudades de sus amores: Barcelona y Málaga. Las calles y los sentimientos de una se vierten en la otra en una reflexión en voz queda, casi en un susurro. Una disertación que sabe de muertos, de ausencias, más que de certezas y presencias.
Este libro está compuesto por los siguientes relatos, escritos, confesiones... o lo que quiera que sean: El anorak de Picasso, El cuarto del contador, El teléfono del señor Permanyer, Días felices en Tánger y El kilómetro cero.
Garriga Vela habla en El kilómetro cero de alas, de deseos de volar y mantener los ojos cerrados para ver bien el mundo. En Días felices en Tánger, de una película que se rueda en un Tánger ficticio levantado en Málaga. En El teléfono del señor Permanyer, de esa época en que no todo el mundo tenía un teléfono y había que llamar desde la casa de otro, y de las fotos de actrices como la Garbo.
El cuarto del contador y El anorak de Picasso son los textos más extensos con diferencia de esta colección editada por Candaya. El cuarto del contador sirve al autor de exorcismo: una suerte de conjuro con que invocar a viejos amigos y familiares ya desaparecidos, y viejos libros (los suyos), aún vigentes en su memoria. Se habla de ballenas, de enfermedades, de microcosmos atrapados en el puño de un niño. De fragmentos de El vendedor de rosas, de Pacífico, de Los que no están. Un texto, como todo el conjunto, delicioso.
Picasso con su anorak, foto de David Douglas Duncan |
El anorak de Picasso revive el Cau Ferrat, ese nido de artistas que tuvo como sede la misma casa en que el padre del propio Garriga Vela tuvo su taller de sastrería. Esa vivienda que visitó Picasso en una ocasión, los ojos bien abiertos, casi sin pestañear, buscando el rastro de Santiago Rusiñol y su grupo de amigos.
Es este un libro que te congracia con la buena literatura, que te permite creer en los buenos narradores. Que te ayuda a crecer como lector y escritor. Una pequeña joya de no más de ciento treinta páginas. Búscala si deseas que tu biblioteca sea más valiosa que el tesoro de Agra.
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