¿Quién dijo que la ciudad no puede estar lo suficientemente afilada?
Seguro que alguien que crea en el buenismo del ser humano. Uno de esos
que piensa que las lealtades (y/o deslealtades) se pagan con piruletas y
gominolas. Y es que la ciudad no hace prisioneros. Descuartiza a los débiles y condensciende con los fuertes.
Ya están vestidos, ya se van por la calle.
Y es sólo entonces
cuando están muertos, cuando están vestidos,
que la ciudad los recupera hipócrita
y les impone los deberes cotidianos.
Y es sólo entonces
cuando están muertos, cuando están vestidos,
que la ciudad los recupera hipócrita
y les impone los deberes cotidianos.
Los amantes, Julio Cortázar
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