Blog personal de Alejandro Castroguer

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miércoles, 25 de noviembre de 2015

Flush, de Virginia Woolf


Título: FLUSH
Autora: Virginia Woolf
Año: 1933
Editorial: Destino
Páginas: 161


Sinopsis: Flush es un cocker spaniel de orejas largas, cola ancha y unos «ojos atónitos color avellana». A los pocos meses de su nacimiento es regalado a la famosa poetisa Elizabeth Barrett. Flush se convertirá en su compañero inseparable y, posteriormente, en el cómplice de sus amoríos con el poeta Robert Browning, aunque primero debe superar la animadversión y celos que siente ante su afortunado rival...


Extraído de la Wikipedia: En 1845 se encuentra por primera vez a su futuro esposo, Robert Browning. Su noviazgo y matrimonio, debido a la delicada salud de Elizabeth y a las objeciones de su padre, transcurrieron en circunstancias bastante peculiares y románticas. Después de un matrimonio secreto y una fuga del hogar paterno de la calle Wimpole, acompañó a su marido a la Península italiana, que se convirtió prácticamente en su casa hasta su muerte, y con cuyas aspiraciones políticas se identificaron plenamente ambos. El matrimonio fue feliz, a pesar de que el señor Barrett nunca los perdonó. En su nueva vida, su salud mejoró.

La novelista Mary Russell Mitford la describe como: “Una figura delgada, delicada, con una lluvia de rizos oscuros cayendo a cada lado de una cara muy expresiva; ojos grandes y tiernos, abundantemente rodeados por pestañas oscuras, y una sonrisa como un rayo de sol”


Virginia Woolf


La novela comienza enumerando los orígenes de los spaniels para, a continuación, centrarse en los de Flush, un cocker spaniel de pura raza. La autora hace gala de un innegable humor británico al hablar de unos y de otros, y de lo estricto que se puede llegar a ser a la hora de conferirle a un can su verdadero pedigrí en base a una serie de características físicas. Todo ello para, páginas más tarde, confrotarlo con lo poco riguroso que la sociedad es cuando se habla de humanos, pues aun con los mayores defectos y taras los aristócratas disfrutan de las prebendas de pertenecer a tal o cual linaje. A los perros se les mide con la manga estrecha; a los humanos, con la ancha.

Flush, que pertenece originariamente a la escritora María Russell Mitford (1787-1855), acaba siendo el perro faldero de Elizabeth Barrett, a la sazón poetisa (1806-1861). Virginia Woolf se esmera en la descripción del hogar de miss Barrett y de la calle Whimpole, en un alarde literario que hará las delicias de los lectores. La poetisa, y dueña de Flush, es una mujer "encadenada" (afirma la autora) a un sofá y a un sillón de ruedas por culpa de su delicada salud. Es la propia miss Barrett quien, en un carta que dirige a su pretendiente (el también poeta Robert Browning), define gráficamente su sentimiento de invalidez e indefensión: "Tengo tan poca cosa que contar como un pájaro en una jaula".

La vida en la casa del señor Barrett, padre de la poetisa, antes de la fuga de ésta con su novio, es de lo más sencilla pese a su riqueza, o eso afirma Woolf con no poca ironía; la de una gente sencilla que acaba "comiendo en el comedor, durmiendo en los dormitorios, cocinando en la cocina (...) y vaciando el cubo de la basura desde enero hasta diciembre." Nada del otro mundo.

La calle Whimpole, la casa de los Barrett, los infiernos que se esconden en las tripas de Whitechapel, Italia... El amor incipiente de Elisabeth y Robert, la desazón que embarga a Flush cuando siente que pierde parte del cariño de su ama, los celos del perro... Y la crítica social. Todo esto cabe en esta pequeña y deliciosa novela que Virginia Woolf escribió tras el enorme esfuerzo que le supuso la redacción de Las Olas.

Os dejo de propina, esta cita de la novela. En ella, la autora se refiere a Flush: "... a fuerza de recostar la cabeza sobre un diccionario griego, llegó a hacérsele desagradable ladrar y morder; acabó prefiriendo el silencio del gato a la exuberancia del perro; y, por encima de todo, la simpatía humana".

El ejemplar que he manejado data del 15 de febrero de 1944. Es una primera edición, perteneciente a la Colección Áncora y Delfín de Ediciones Destino, que amarillea de puro vieja, pero que sabe mucho más de la vida y de la muerte, del estruendo de la posguerra española o del silencio de una biblioteca que la mayoría de nosotros. En la página del titulillo y en la del título reza, manuscrito, el nombre (o eso parece) de Francisco Obregón. Por supuesto, el Habitante Incierto de esta casa deshabitada ha tratado el ejemplar con el cuidado que merece: descuide, don Francisco.

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