Avenida de San Francisco Javier, Sevilla.
Dejo el taxi en mitad de la calle, entre otros vehículos que han sido abandonados a su suerte. Antes de abrir la puerta y saltar fuera perfecciono la representación, cuidando cada detalle. Miro a un lado y a otro, no vaya a ser que tenga un tropiezo con algún indeseable.
Ahora me dirijo a Jonás. Él no lo sabe, pero casi sin querer traiciono mi interpretación buscando sus ojos a través del espejo retrovisor. Porque debería volverme y hablarle cara a cara, cada uno a un lado del cristal de seguridad. Pero no me atrevo y me defiendo detrás del espejo.
-Salgo a hacer una llamada -digo cabeceando en dirección a una cabina telefónica.
Sus ojos me radiografían. Creo que sospecha.
-Sólo será un momento -me apresuro a decir, como si necesitara convencerme a mi misma de la corrección de lo que voy a hacer.
Jonás permanece en silencio, escondido en lo más profundo de su mirada. Así que salgo aprisa huyendo de mi perfidia. La posición de la cabina me confiere ventaja sobre el muchacho, él no me puede ver por culpa de dos contenedores de basura. En cambio yo sí puedo localizar el techo del taxi.
Me tiemblan las piernas. Descanso un segundo detrás de la cabina. Del teléfono, ni rastro. Sólo queda el cordón y al final del mismo un par de cables despeinados. Necesito reunir fuerzas para hacer lo que tengo que hacer.
(Originalmente se publicó completo el capítulo. Ahora sólo es un extracto en espera de la publicación del libro)
Me parece bien llevado el rítmo porque en general la tensión del relato se mantiene fluctuando más o menos al mismo nivel (que no es que sea baja, simplemente es que no llega a despuntar) y con todo el tramo de la casa al final hace un valle y relajas al lector, con lo que sí puede sobresalír el último párrafo, que justifica gran parte de la escena.
ResponderEliminarBonito dilema moral tenía Judith. La gran pregunta hay sitio para dos en la balsa pero somos cuatro. En estas situaciones, crisis miméticas, la violencia está asegurada.
ResponderEliminarMuy bueno.
Lamento decir que este capítulo me ha dejado indiferente. Definitivo, Judith no es de mi interés.
ResponderEliminarAntes de nada agradecer el interés de tres nuevos seguidores: Félix, Vicente y Nogales. Muchas gracias.
ResponderEliminarGracias, Félix, por las críticas. Anoto ese apuntes que haces de que no llega a despuntar la tensión. Saludos.
ResponderEliminarOrianfontan, hola de nuevo, qué bueno verte por aquí.
ResponderEliminarPersonalmente creo que eso que comentas es el motor del personaje de Judith. Espero que los demás también sigan creciendo.
Gracias.
Errantus, lamento no llegar hasta ti con el personaje de Judith. De todas formas, gracias por el comentario. A lo mejor estoy haciendo algo mal con ella. No sé.
ResponderEliminarAunque he manifestado en varias ocasiones mi predilección por el personaje de Salvador, tengo que reconocer que el de Judith va creciendo paulatinamente a medida que vamos descubriendo el drama latente de su "vida". Hay más humanidad en estos zombis que en los humanos maniqueos de otras novelas, así que debo felicitarte de nuevo por tu trabajo y por el empeño que pones en elevar el nivel de exigencia de este género.
ResponderEliminar¡Enhorabuena, pues!
Lamento tener que borrar mis comentarios cuando detecto algún error, pero es que estos blogs no ofrecen la posibilidad de editarlos. Espero que sepas disculparme, Alejandro.
ResponderEliminarNo te precupes, Mil noches, ya los elimino yo sin problemas. Gracias.
ResponderEliminarPues a mi, Judith me tiene totalmente fascinado. Esa naturaleza contradictoria, esa continua ambiguedad entrelo que es y lo que fue, me ha encandilado.
ResponderEliminarNo es buena persona. No es mala persona. Es como cualquiera de nosotrtos y lo unico que puede hacer es intentar "vivir". Un mar de contradicciones que me satisface muchisimo.
Pues todo bien, mantienes el nivel de la prosa, y en mi opinión sabes cómo hacer para que la tensión no desfallezca. Y me ha alegrado que en este capitulo en particular no haya excesivas imágenes de violencia. Sólo por ahora, claro, porque seguramente después habrán varios episodios de acción donde correrá mucha sangre.
ResponderEliminarY lo último me ha dejado bastante intrigado. ¿Quién es el tal Jaime? Supongo que es hijo de Judith, serìa lo más lógico
Yo creo que ése es el valor del personaje de Judith, Athman, que es simplemente uno de nosotros, donde todo tiene cabida. Claro que estas ambigüedades se extenderán también a Salvador, a Jonás y al "gafotas" de los batas blancas.
ResponderEliminarCada uno tendrá su historia detrás con las que poder identificarnos o no. Gracias, Athman.
Giancarlo, la verdad es que la violencia hay que dosificarla o termina saturando. POr lo menos en mi obra, no habrá violencia gratuita porque sí, si muestro alguna escena fuerte es para darle sentido a algo. No me gusta lo que veo en algunas películas del género zombie o en algunas novelas donde hay casi un placer sexual en la violencia extrema, en el ensañamiento. Prefiero evitar este punto.
ResponderEliminarEn cuanto a eso que preguntas, Giancarlo, tiempo al tiempo.
Muy posiblemente esta semana sortee una alfombrilla para el ratón del PC con la foto de la GDM. Ya os pondré una fotografía para que la veais.
ResponderEliminarGracias a todos los lectores/seguidores por el interés.
Alejandro.. Cierto es que esa ambiguedad, esa dualidad entre la necesidad implacable de saciar su hambre y el tener que soportar aun en su estado las emociones y sentimientos humanos esta presente en todos esos personajes.Pero a mi entender, en lo que llevamos de novela, es en Judith en quien de momento, resulta mas obvia.
ResponderEliminarQuizas el hecho sea a causa de que Judith, sin entrar en el tema de su primera muerte y el cambio que ello conlleva, da la impresion de ser una mente complicada y tormentosa incluso antes de pertenecer al bando de los no muertos.
OPjo, es solo mi percepcion sobre ella , no digo que esa haya sido tu intencion.
Pues es una percepción muy ajustada a la idea original que tengo de ella y del resto, Athman. Interesantes palabras.
ResponderEliminarAh, ya habrá tiempo de perfilar a Salvador y a los demás con algunos saltos atrás en el tiempo. Gracias.
Me gustó mucho el detalle del clic de playmobil, Alejandro, que el niño le rellene la cabeza con plastilina simulando su cerebro. Yo hacía precisamente eso con mis clics y me trajó buenos recuerdos. Gracias.
ResponderEliminarMuy bueno el capítulo entero, enhorabuena.
Me alegro. Seguramente, más adelante, haga alguna referencia en el pasado que puede hilar por este detalle. Gracias a ti, Vanessa.
ResponderEliminarA falta de 4 horas para subir el capítulo 11 de la GDM, anuncio el próximo sorteo de una alfombrilla exclusiva de "La Guerra de la Doble Muerte" entre los seguidores del Blog. Tendrá lugar este mismo viernes 12 de marzo.
ResponderEliminarCada seguidor tendrá tantas papeletas como comentarios haya efectuado, de modo que cuantos más comentarios, más posibilidades.
Por motivos socio-familiares (que no tengo ni idea de lo que significa)pero queda bonito, bueno pues eso que he tenido unos días superocupado con menesteres familiares y demás. Resumiendo se me fue el santo al cielo.
ResponderEliminarNo me agrada mucho el presonaje de Judith, la veo un poco sosa. Mi preferido es Salvador, a no ser que Judith espabile algo, como por ejemplo eliminar al estorbo de Jonás, machacándole la cabeza con la silla de ruedas o algo parecido ¿a qué esperas Judith? ¿por qué no te lo cargas ya?
Pues se agradece el detalle de que sigas con la GDM, Antonio. A los personajes hay que dejarles algo más de tiempo para que cuajen... aunque es lógico que cada cual tenga su favorito.
ResponderEliminarUn saludo.
Pues pongo la pica correspondiente en este capítulo y sigo leyendo. Nada nuevo que añadir, sigue gustándome y manteniéndome entretenido e interesado.
ResponderEliminarSigo con interés tu aproximación a la GDM. Gracias.
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