Duele la indiferencia. Duele la incomprensión. Sobre todo porque ninguno de cuantos participamos en el Cubo de la Verdad COBRAMOS SUBVENCIONES NI SOMOS VAGOS. Trabajamos y pagamos impuestos, madrugamos para sostener las pensiones de señoras/es que critican nuestro activismo desinteresado, seguramente porque nunca se han movilizado por defender los derechos de nada ni de nadie.
Fotos de Pepe Ortíz |
A éstos y a los cuatro patrioteros de mente estrecha y miopía electoral les resulta inconcebible que, en lugar de invertir la tarde dominical en un rato de ocio, los activistas estemos 3 horas de pie, sosteniendo carteles y portátiles, pasando un calor de muerte bajo las máscaras de Anonymus o hablando con gente de todo tipo y condición. A veces el dolor es mayor cuando el escaso resultado obtenido es inversamente proporcional al esfuerzo realizado.
En cualquier caso, basta con que un puñado de personas (la mayoría de ellos jóvenes) crea que es posible cambiar el mundo desde el RESPETO TOTAL DE LOS DERECHOS DE LOS ANIMALES para que, dentro de unas semanas, el dolor no sea dolor y el grupo vuelva a salir a la calle, convencida de que el tiempo nos dará la razón. Será entonces ocasión, una vez más, de traducir en palabras humanas los gritos de desesperación de nuestros hermanos los animales.
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