Ayer día 2 se cumplía un año de la despedida de Lara. No tuvo tiempo para aterrizar y ya había levantado el vuelo. Una lástima que el presente fuese tan pasado y el futuro tan presente. Y aquí seguimos, en 2018, heridos de preguntas.
Por esta razón, en recuerdo de su memoria (de paso para reconocer la fortaleza de su madre), escribí casi a vuela pluma siete poemas que, ayer, presenté en "mi" lugar habitual de lecturas, calle Larios. Bastaba una vela y una leyenda en el suelo para señalar el instante, el momento, el motivo. Nunca he leído en la calle más para mí y para mis recuerdos.
Os dejo unas fotos que demuestran parte de lo que ocurrió.
Ahora un breve vídeo con el primero de los poemas.
Os dejo como colofón el primero de los poemas.
uno
De porcelana, la espera se hizo añicos
de la
manera más ingrata. Bastó un golpe de
segundero,
la ausencia inmensa de la música
auricular y
ventricular, para que se velase de
noche la mañana,
y helase a finales de julio.
El palacio de Varykino edificado ahora,
no en
los Urales, sino en mitad del desconcierto.
El vaho delator. La escarcha acusadora.
El invierno de todos los inviernos. Y
el
silencio de miles de ahogados
bajo un maremoto de desdicha.
De porcelana, la tonalidad en Re Menor que
embalsamó el futuro más inmediato, verdadero
réquiem de relojes y esperanzas.
De porcelana, la espera se hizo
añicos al primer timbrazo.
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